¿Recuerdan el viejo lema publicitario 'Burgos no te dejará frío'? Ha pasado el tiempo suficiente desde que se popularizara aquel reclamo para reconocer tanto su gancho después de varias décadas como el acierto de la frase en el sentido más estricto.
Cada vez hace menos frío. O, al menos, en este primer cuarto de siglo ya no hace tanto frío como antes. O no se ven tanto aquellas estampas invernales de antaño. O el calor, sobre todo en verano, es más intenso. O puede que no sea para tanto, pero ocurre. Que cada uno se exprese según su sensación particular al echar la vista atrás. Sin embargo, las cifras recogidas por la Agencia Estatal de Meteorología están ahí y reflejan una tendencia que amenaza con asentarse en el futuro.
Como referencia más cercana, el pasado mes de febrero superó en 1,7 grados la temperatura media para llegar a los 6,1º. La máxima de 11,4º, por su parte, superó en dos grados los valores estándar y la mínima alcanzó los valores positivos para situarse en 0,7º, 1,2 grados más de lo habitual.
Aunque 2024 dio un pequeño respiro al alejarse de las temperaturas máximas, todavía estuvo por encima de la media histórica y solo dio un pequeño respiro a una evolución que avanza cambios en todos los órdenes de la vida.
La media de las temperaturas mínimas ya se asienta por encima de los 6 grados
Valgan además como ejemplo los datos globales que presentaron 2023 y 2022 al batir de manera consecutiva los registros en la capital de la provincia. El primero de ellos firmó el actual tope al disparar hasta los 12,9 grados la media anual y superar los 12,3 del año anterior, que ya eran históricos.
Esos datos dejan muy atrás la media anual de 10,7 grados en Burgos. Una curva al alza ya advertida y que será más pronunciada atendiendo a los pronósticos a medio y largo plazo. Así lo advierten la evolución de los datos y las conclusiones de estudios y proyecciones de futuro realizadas por organismos naciones e internacionales.
En la provincia, la perspectiva a lo largo de estos primeros 25 años de siglo es igual de clara. Desde luego, esta evolución no es exponencial y puede que las curvas de los gráficos no resulten llamativas a simple vista. Se trata de mostrar una fotografía global de la situación. Alguna de las efemérides más relevantes de este siglo relacionadas con el mercurio se remontan a hace más de 20 años y aún no se han superado. Es decir, no es que cada año se superen todos los registros.
Sin embargo, la evolución sí refleja que el clima de Burgos no es tan (tan) áspero como el acostumbrado. Para ello no solo hay que poner el foco en los picos altos, también hay que detenerse en los apuntes más bajos.
Las temperaturas mínimas han aumentado en este siglo y la media acumula de manera consecutiva tres años por encima de los 6 grados en la provincia, una cifra que no se alcanzó hasta 2014 en el siglo XXI. Hasta entonces era habitual que estos datos promedios ni siquiera alcanzaran los 5 grados (el récord negativo lo firmó 2005 con 4,4 grados). Sin embargo, a partir de 2020 ya es habitual que supere esa cifra, con el tope establecido en los 6,2º de mínima del año 2023.
La Agencia Europea del Medio Ambiente predijo hasta un 40% menos de lluvia a final de siglo
Mientras, las reservas nivales también se adaptan a las circunstancias del momento, aunque en las cotas 'bajas' del territorio las cosas han cambiado en estos 25 años de siglo. Si hay ejercicios en los que las montañas apenas acumulan nieve, en los núcleos urbanos las grandes tormentas blancas parece que solo forman parte del pasado.
Han pasado 20 años desde que el temporal que afectó a la capital los días 25 y 26 de diciembre de 2004 dejara capas de hasta 70 centímetros para colapsar el núcleo urbano durante días. En febrero del mismo 2004 miles de coches quedaron atrapados en la AP-1 y en la N-1 y un año antes, en enero de 2003, a punto estuvo de vivirse otro capítulo histórico que, finalmente, se quedó en un amago. Hoy en día, estos episodios son cada vez más esporádicos en la provincia.
La Agencia Europea del Medio Ambiente predice hasta un 40% menos de precipitación veraniega para finales de siglo. De momento, la evolución de las lluvias no sigue un patrón establecido y se alternan los ejercicios muy secos con otros que alcanzan los valores históricos más altos de la serie comprendida entre 1991 y 2020.
Por ejemplo, las reservas de la provincia se estresaron en un 2022 que no llegó a los 500 litros por metro cuadrado. Aquella circunstancia, sin embargo, no puso en riesgo el abastecimiento en ningún momento y no se repitieron las restricciones vividas en la capital en algunos episodios del tramo final del siglo pasado. Hoy las cosas son diferentes, aunque los burgaleses son y seguirán siendo hijos del frío.