¿Qué edad tienes? La pregunta parece básica e inofensiva pero la respuesta puede condicionar el acceso a un empleo e incluso a un tratamiento médico, explica la experta internacional en edadismo y envejecimiento Vânia de la Fuente-Nuñez, que acaba de publicar La trampa de la edad (Ediciones B)
Coautora principal del informe mundial sobre el edadismo de la ONU y directora de la campaña mundial contra esta discriminación de la OMS, De la Fuente-Núñez reflexiona en su último libro sobre cómo los estereotipos nos perjudican en todas las etapas de la vida.
El edadismo está detrás de expresiones como eres un viejuno, de la decisión de arrinconar a trabajadores al cumplir los 55, de utilizar un lenguaje infantil con las personas mayores o de negar un crédito o un producto bancario por tener una determinada edad.
El libro parte de una pregunta ¿Qué edad tienes? ¿Qué puede haber detrás de ella?
Muchas veces no somos conscientes de cómo se está utilizando la edad para restringir el acceso a bienes o servicios, y a oportunidades como un empleo, formación, vivienda e incluso una cuenta bancaria.
Está muy presente en el entorno sanitario, afecta desde el diagnóstico que vamos a recibir hasta el tipo de tratamiento que a veces no nos proporcionarán por la edad.
El libro quiere provocar una reflexión sobre el papel dominante que le hemos asignado a la edad en la sociedad, por eso el título La trampa de la edad. La edad en sí no es el problema, sino el papel que le hemos asignado.
¿Dónde está más extendido?
Va desde expresiones como eres un viejuno o la juventud es el único defecto que se cura con la edad, hasta discriminaciones en el acceso a empleo, salud... Y se usa constantemente para definir quiénes somos, qué deberíamos hacer y qué oportunidades deberíamos de tener.
Y llega un momento en el que interiorizamos estas frases y las acabamos aplicando a nosotros mismos.
El edadismo se suele vincular a los mayores, pero también se da con los jóvenes.
Nos afecta a lo largo de la vida, pero sí que se ve que las experiencias de edadismo se concentran en dos etapas, en la juventud y en la vejez.
Todos somos edadistas, pero no necesariamente tenemos las mismas papeletas para serlo. Sabemos por ejemplo que los hombres y las personas que temen a la muerte y aquellas que tienen menor nivel educativo son más propensas a ser edadistas hacia los mayores.
Y hay una cosa muy interesante: muchas veces se piensa que una persona de 47 años no lo va a ser porque dentro de poco formará parte de la población mayor. Y lo que vemos es que estas personas en esta situación limítrofe son a veces más edadistas, se trata en consecuencia de un mecanismo adaptativo para distanciarse de la vejez por todo el estigma asociado y por ese miedo a que le asocien con ese grupo de edad.
¿Qué consecuencias tiene en nuestra vida?
Nos interesa a todos hacerle frente y acabar con él. Nos hace daño tanto a nivel individual como social. Tiene un impacto muy negativo en muchos aspectos de nuestra salud y bienestar, se asocia con una vida más corta, peor salud física y mental y también peor calidad de vida.
Incluso puede llegar a legitimar la violencia y el maltrato a las personas mayores. Es una pendiente un poco resbaladiza, empezamos a deshumanizar a una persona y esto puede legitimar el maltrato.
La RAE incorporó la definición en su diccionario en 2022, pero creo que no le satisface: «Discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas».
Si equiparamos el edadismo solo con discriminación por edad, nos estamos haciendo un flaco favor. Además, la definición de la RAE no incluye las tres dimensiones del edadismo.
La discriminación es nuestra forma de actuar, pero también es importante que consideramos nuestra forma de pensar que son los estereotipos y lo que sentimos que son los prejuicios. Y obviamente, otra cosa que destacaría es que utilicen la palabra anciano, que la población mayor no admite ya por todas las connotaciones negativas que posee.