El asalto no duró ni cinco minutos. Exactamente, cuatro y 52 segundos. De repente, un grupo de cuatro cacos se bajó de un coche. Uno se quedó vigilando y los otros tres intentaron levantar la verja del pub La Cava, en Roa de Duero. Como no lo consiguieron, optaron por una ventana. Tampoco, porque tienen cristales de seguridad. Así que finalmente hicieron palanca en el ventanal abatible por el que sirven en verano. Una vez dentro, a los ladrones les bastó con propinar «dos golpes secos con una maza de hierro con el mango largo» en la cerradura de la máquina tragaperras, como relata Jorge, el dueño del local, y sustraer la recaudación. En pleno asalto, sonó la alarma, pero los cacos se lo tomaron con total naturalidad, según asegura el gerente de este establecimiento tras visionar las imágenes de las cámaras que tiene instaladas. Su caso, que tuvo lugar este martes, es sólo uno de los 12 robos que han sufrido los hosteleros del municipio desde finales de agosto. Todos coinciden en denunciar la «inseguridad» que padecen y piden más protección.  

«La verdad es que tengo miedo. ¿Te pasa algo y qué?», cuestiona Noelia, la dueña del bar Mírame, donde robaron este miércoles, también de madrugada y también la recaudación de la tragaperras. «Nos sentimos completamente desprotegidos», añade, al tiempo que detalla que ha decidido ir en coche desde su negocio hasta su casa pese a que apenas hay 600 metros de distancia. Pero así se siente más segura después de haber sufrido cuatro robos en los últimos cuatro años. A su juicio, la situación va camino de convertirse en «insostenible» porque «cada día roban en un sitio y estamos vendidos».  

Ante estas circunstancias, los hosteleros insisten en la necesidad de contar con más seguridad, sobre todo, más efectivos de la Guardia Civil. Subrayan que pese a tener cuartel, como los agentes deben cubrir gran parte de la comarca no siempre están en Roa. Desde hace años tampoco cuentan con Policía Local. Así que cunde la inseguridad. «Es horrible», dice Noelia. Mientras, Fernando, dueño del Bar Titillo, donde robaron hace 10 días, reconoce que se llevó un buen susto. «Van a por las tragaperras» y, según admite, están cansados de esta situación. «Alguien tiene que hacer algo. Esto no puede ser», sostiene rotundo. Al parecer, el modus operandi de los cacos se repite: actúan con extrema rapidez, de «forma profesional» y con el objetivo de desvalijar las tragaperras. Así lo constatan en la Guardia Civil, que achacan los hechos a «bandas itinerantes» que se mueven por toda la provincia. Según indican, se ha notado un «aumento general» de este tipo de sucesos más allá de la Ribera del Duero. En enero les constan dos denuncias, presentadas a mediados de mes, y otras dos más de esta semana. 

Dos alunizajes. Por su parte, Miguel Ángel, del bar Terruño, sufrió un alunizaje el 21 de agosto y otro el 7 de septiembre. Desde entonces, han colocado pivotes para evitar que se repitan los hechos. Eso sí, él reclama más seguridad. «Estamos un poco hartos», zanja.