Un menú más sano

Agencias-SPC
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España prepara el terreno para incorporar el próximo año una dieta de calidad en todos los comedores escolares con el objetivo de poner coto al sobrepeso en la población infantil

Un menú más sano - Foto: Imagen de senivpetro en freepik

Más frutas y verduras, solo agua, poca carne roja y nada de bebidas azucaradas. Ese es el menú que España quiere implantar de forma obligatoria en los comedores escolares de todo el país. Adiós a la comida basura y bienvenidos a los alimentos sanos. 

El objetivo es intentar cortar el incremento del sobrepeso y la obesidad infantil en los niños y jóvenes, sobre todo de familias menos pudientes, a través de un menú saludable, sin grasas saturadas y sin productos procesados para que las nuevas generaciones sean más sanas y se alimenten mejor.

Para ello, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 está redactando un nuevo Real Decreto que recoja las líneas maestras sobre lo que debe ser comida sostenible en los centros educativos. De esta forma, esta norma pretende hacer frente a los retos que plantea el estudio Aladino 2023 (Alimentación, Actividad física, Desarrollo infantil y Obesidad), cuyos resultados finales revelan que la prevalencia del exceso de peso en niños de seis a nueve años de familias con rentas inferiores a los 18.000 euros brutos anuales llega a casi la mitad de la población de este segmento, concretamente el 46,7 por ciento, frente al 29 por ciento de los menores de familias que ingresan más de 30.000 euros.

«La prevalencia del sobrepeso y la obesidad infantil es inversamente proporcional al nivel socioeconómico de las familias», asevera el ministro Pablo Bustinduy, quien añade que todos los niños, independiente de dónde procedan, «tienen el mismo derecho a una alimentación saludable y de calidad y los poderes públicos tienen la obligación de remover los obstáculos para que el ejercicio pleno de ese derecho se haga realidad».

Asimismo, el documento destaca diferencias en el consumo diario de frutas entre niños de rentas bajas (el 36 por ciento las consume cada día) y altas (54 por ciento), así como de verduras (19 y 29 por ciento respectivamente). Del mismo modo, la población infantil de hogares con bajos ingresos multiplica por ocho el consumo de bebidas azucaradas. 

Este mismo informe destaca, además, que solo una de cada tres familias considera que el comedor escolar ofrece a sus hijos una alimentación de calidad. 

En este sentido, los expertos valoran el posible papel que puede jugar este servicio como palanca para ayudar a los menores en una dieta sana y variada, favoreciendo la incorporación de buenos hábitos que puedan acompañarlos a lo largo de toda la vida. 

La intención de la futura norma que obligará a incluir una alimentación sana, variada y también de cercanía en los centros educativos incorporará guías para la composición «óptima» de los menús, así como indicaciones tales como la frecuencia recomendada de consumo de carne, pescado, proteínas saludables o legumbres, siguiendo las recomendaciones de la OMS, y limitará la presencia de alimentos procesados o precocinados.

Hogares a dos velocidades

El estudio Aladino, que se ha realizado a partir de una muestra de 12.678 escolares de 296 colegios de todas las comunidades y ciudades autónomas, revela en términos generales que el 36,1 por ciento de los menores tiene exceso de peso (20,2 por ciento sobrepeso y 15,9 obesidad), lo que supone una bajada de 4,5 puntos porcentuales respecto a 2019 y de 8,4 puntos desde 2011, primer año en el que se elaboró esta investigación.

Sin embargo, esta mejora en las cifras no ha repercutido en los niños de familias de rentas más bajas, cuyos ratios están estancados, lo que se traduce en una evolución de los hogares a dos velocidades. 

En consecuencia, los poderes públicos entienen que deben prestar una especial atención a este sector social, que se queda atrás en el desarrollo de políticas alimenticias de calidad para los menores, y que su entorno debe ser ayudado por medio de iniciativas estructurales.

Con respecto a los hábitos en la comida, menos de la mitad de los escolares (45,3 por ciento) consume fruta a diario y menos de la cuarta parte (23,8 por ciento) ingiere verduras cada día. Aunque los datos continúan bajos, han mejorado en comparación con 2019, y son superiores en el caso de los escolares con normopeso que en los que tienen obesidad.

Por el contrario, en referencia a los productos que deberían consumirse de forma ocasional, como batidos, refrescos sin azúcar, snacks salados o pizzas, entre otros, su ingesta es mayor en escolares con sobrepeso y obesidad y, además, estos porcentajes han aumentado con respecto a 2019.

Otra conclusión destacada del estudio señala que los niños que pertenecen a hogares de menor renta hacen menos deporte en actividades extraescolares que quienes forman parte de familias con mayor poder adquisitivo (68,7 por ciento frente al 88,6, lo que supone una diferencia de 20 puntos). Lo mismo sucede con las pantallas, cuya diferencia es también del doble entre unos casos y otros.