La virtud se convirtió en la perdición

C.P. / Vilna (Lituania)
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El Hereda San Pablo sufre mucho en el rebote ante el Rytas Vilnius, un aspecto del juego en el que siempre suele destacar

Kravic anotó ocho puntos en la primera mitad, pero luego ya no salió en toda la segunda parte. - Foto: Luis López Araico

Los entrenadores rivales suelen temer al Hereda San Pablo por su capacidad reboteadora y no es casualidad. Es el equipo que más rebotea de la Liga Endesa con una media de 28.2 capturas por encuentro. Sin embargo, ayer fue su talón de aquiles, sobre todo el rebote ofensivo. Concedió 36 en total -19 en el aro rival y 17 en el suyo- y brindó muchas segundas oportunidades al Rytas Vilnius, algo que aprovechó para castigar una y otra vez al conjunto burgalés. Una circunstancia un tanto extraña teniendo en cuenta el poderío azulón en esa faceta y que Tabak achacó en primera instancia al desborde del rival en el uno contra uno. Eso derivaba en cambios defensivos que acababan perjudicando a los suyos a la hora de atrapar balones.

No fue el único talón de aquiles del cuadro castellano, que cometió, nada más y nada menos, que 20 pérdidas durante el partido, 11 de ellas en la primera parte. Es muy raro que un equipo pierda tantos balones. Esas imprecisiones estuvieron muy repartidas. Alex Renfroe y Aleksej Nikolic, con cuatro cada uno, no estuvieron finos en la dirección y eso se notó. También hubo precipitación en algunos momentos producto de la ansiedad que generaba el marcador.

Afición y escenario. Ese nerviosismo lo provocó también la hinchada y el escenario. El Rytas Vilnius recibía al doble campeón de Europa y la afición no defraudó. Antes del partido,  en la fachada principal el estadio, se podía leer un panel electrónico enorme que anunciaba el partido de la tarde: «Rytas Vilnius vs. San Pablo. Dos veces campeón de la Champions». La visita del equipo burgalés no pasó desapercibida para los más de 3.000 hinchas lituanos que se dieron cita en un recinto de última generación. Palcos VIP, butacas a pie de cancha, cubo LED, juego de luces… otra historia. El pabellón fue una auténtica fiesta para una grada  alucinada con  lo que estaba ocurriendo sobre el parqué.