Desde hace 45 años, los castreños saldan su deuda con el producto estrella de la comarca dedicando al ajo un fin de semana de feria y devoción. Este alimento se convierte en el hilo conductor del pueblo, un motivo de cohesión y orgullo por las costumbres del campo y la comunidad.
Es un ritual que se cocina a fuego lento. El viernes se reúne el vecindario en la Plaza Mayor para llevar a cabo una pelada voluntaria, diente por diente, de 50 kilos de ajos. El sábado por la mañana, los más madrugadores preparan 600 kilos de pollo para iniciar la fusión culinaria.
A modo de ofrenda, los cocineros entregan los primeros platos a la residencia de ancianos, el cuartel y las monjas clarisas. El resto del manjar queda a resguardo hasta la hora de la cena, previendo grandes colas de vecinos hambrientos en torno a las cazuelas de sopas de ajo y pollo al ajillo.
Mientras tanto, el Paseo de la Puerta del Monte cobija el mercado de productores y un taller de niños y adultos para aprender a hacer ristras. «La tradición hay que mantenerla, a ver si conseguimos que otros se animen a continuar con el tejido», comenta la alcaldesa Beatriz Francés. Esta oda al alimento se prolonga hasta el domingo con la celebración de una carrera popular y un concierto de música tradicional.
En la feria, los agricultores exponen la realidad de quienes se dedican profesionalmente al campo. Lorenzo muestra sus ajos cultivados en Citores del Páramo con una mueca agridulce. «Estas últimas aguas no han ido nada bien y el ajo no ha secado como tenía que secar. Ha habido días con mucho calor y mucha diferencia de temperatura», se lamenta. Justifica así la subida de precio del alimento, que ronda entre los 18 y los 25 euros por ristra. «El ajo es como un diamante. Muchos venden todo el sábado y pueden pedir lo que les dé la gana», asegura la alcaldesa.
Más allá de las ganancias, el pueblo aporta un matiz solidario. Este año se ha volcado con la Asociación de Familias de Personas Sordas (Aransbur), a la que ha destinado toda la recaudación obtenida en una barra de pinchos gestionada por las peñas, además de organizar un cuentacuentos accesible.