El mal tiempo ha caracterizado la Semana Santa de 2023, con suspensión o modificación de los actos religiosos, pero también con un impacto negativo en el sector turístico después de unas previsiones de lo más optimistas marcadas por una inusual anticipación de las reservas. Las cancelaciones de última hora por la adversa meteorología se hicieron presentes en los momentos previos a los días centrales de este periodo vacacional, el más fuerte del año, si bien las repercusiones resultaron mayores en la restauración que en la hotelería.
El presidente de la Federación de Hostelería, Luis Mata, asegura que el principal volumen de cancelaciones de habitaciones llegó durante las jornadas del Miércoles y el Jueves Santo, situándose este un 10% por encima del 20% que suele resultar habitual por los cambios de planes de los clientes. A esto se sumó un freno en las siempre presentes reservas de última, si bien se mantuvo una actividad que permitió compensar en cierta medida a las primeras, de tal forma que la ocupación media alcanzó el 92% durante esas tres noches centrales frente al lleno total que se preveía inicialmente. En cuanto al porcentaje del conjunto de la semana, se redujo hasta el 85%.
Mata califica con un «bien alto o notable» el comportamiento turístico del pasado periodo festivo, teniendo en cuenta que se trata de uno de los más fuertes del año pero siempre condicionado al tiempo (...).
En el caso de los bares y los restaurantes, principalmente del centro de la capital, la penalización del mal tiempo ha resultado mayor. El presidente de la asociación del sector, Enrique Seco, lamenta que el optimismo inicial no haya llegado a buen término por las cancelaciones de las reservas recibidas en los establecimientos, lo que, según avanza, ha provocado una caída de la facturación del 30% en comparación con la Semana Santa del año pasado, incluyendo en ese cálculo «que hemos afrontado una subida de los precios de hasta el 6%».
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