Muchos de los vecinos, incluso de su portal, no conocían a Pompeyo. «Puede que me suene, pero solo de vista», decía un joven que vive en el mismo bloque desde hace seis meses. Sin embargo, otros tantos sí tienen relación con el supuesto autor de las cartas bomba y se quedaron atónitos al descubrir los hechos por los que se le había detenido.
El propietario de una de las lonjas de la calle del Clavel número 2 aseguraba que «le conozco desde hace un montón de años y es como cualquiera de nosotros, como cualquier vecino». Según describía este mirandés, Pompeyo «es una persona muy cordial, se trataba con la gente del barrio, aunque siempre iba solo, al menos cuando yo le he visto por aquí». Ahora bien, los que solían hablar con él no consideran que sea un hombre asocial, ni mucho menos. «Alternaba por el barrio, por los bares de esta zona, como hacemos todos por el Punto Cero», argumentaba un vecino. En resumidas cuentas, decía que «es una persona muy normal» y, por eso mismo, «nos hemos quedado muy sorprendidos».
Igualmente, Elisa, quien tiene su piso debajo del de Pompeyo, recordaba que «lleva años aquí, unos 13 o 14» y «siempre le he considerado una persona normal». De hecho, esta mujer apuntaba que «en este portal vivimos muy pocos propietarios, hay gente que viene y va, pero yo conozco a tres que son tan honrados como yo misma». Y, entre esos tres, está el detenido, según decía.
La sorpresa no fue lo único diferente ayer en La Charca. La calma que normalmente reina en este barrio mirandés se disipó ayer desde primera hora de la mañana. Decenas de policías, algunos armados con fusiles automáticos y acompañados de perros entrenados para buscar artefactos explosivos, se personaron en la calle del Clavel y sus vías colindantes para detener al supuesto autor de las cartas bomba dirigidas al presidente del Gobierno, entre otros destinatarios. «Me he quedado muy sorprendida», reconocía Elisa.
En su misma situación se encontraban los residentes de los edificios contiguos. Por ejemplo, un hombre que vive en el número cuatro de la calle del Clavel comentaba que «me he asomado al balcón y creía que era un asesinato, solo podía pensar eso».
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