El Burgos Club de Fútbol sigue siendo un equipo de contrastes. Es junto al Racing de Santander el mejor local de la Segunda División, pero también el peor equipo como visitante, ya que después de jugar cinco partidos a domicilio aún no ha puntuado. El fútbol moderno está plagado de estadísticas, de números y se cuantifica hasta el más mínimo detalle. Por este motivo, lo previsible es que los datos del conjunto blanquinegro pudieran tener la clave de lo que le ocurre al equipo fuera de casa. Sin embargo, las cifras no aclaran nada y son similares en ambas situaciones.
En algunos aspectos como los remates, los balones perdidos o las recuperaciones son algo superiores en El Plantío, aunque la diferencia es mínima con respecto a los partidos que el equipo ha jugado lejos de El Plantío.
Uno de los datos que llama la atención es que el Burgos CF como visitante tiene más posesión de balón que como local, lo que también explica que el equipo dé más pases a domicilio que en su feudo. Fuera ha estado muchos minutos por debajo en el marcador, lo que le ha obligado a tomar las riendas del choque y ha permitido a su oponente esperarle atrás.
Una vez que los números no explican lo que le ocurre al Burgos, es cuando se empieza a hablar de los intangibles, de esos aspectos que no se pueden medir, pero que pueden provocar que la balanza caiga de un lado u otro. La intensidad, la concentración o los fallos individuales son factores que mantienen al Burgos a cero en sus partidos lejos de su estadio.
El Burgos juega de la misma forma fuera que en casa y la única ocasión en la que Jon Pérez Bolo cambió el sistema fue la pasada jornada contra el Tenerife. Comenzó más conservador, con defensa de cinco y sin asumir demasiados riesgos para tratar de controlar las letales transiciones de su oponente. No pasó apuros y el partido se le puso de cara en el tramo final de la primera mitad pese a que Curro fallara el penalti. El equipo volvió a sus orígenes en la segunda mitad y a partir de ahí llegaron los disgustos.
En todos los encuentros que el Burgos ha jugado a domicilio han aflorado esos errores puntuales que han arruinado el partido, que en muchas ocasiones era favorable a los blanquinegros.
En Valencia ante el Levante hubo una desconexión fatal en el tramo final de la primera mitad. El Burgos marcó en el 45, pero se fue al descanso perdiendo por 2-1. Otro fallo le costó el 3-1 en la reanudación. Reaccionó, pero no llegó al empate.
Más cerca estuvo en Gijón de sumar. El partido marchaba 1-1, pero en el minuto 98 concedió una transición a su rival que acabó en el fondo de la portería de Caro. Fue una acción perfectamente evitable que le costó el partido.
En Albacete, para cuando el equipo aterrizó ya perdía 1-0 después de conceder un penalti en la primera acción de juego. Bolo achacó a los suyos falta de valentía sobre todo en la primera mitad, otro intangible.
En Valladolid hizo un buen primer tiempo y se fue al descanso perdiendo por 2-0. Ambas dianas fueron evitables. Perdonó en el área rival y con el 3-0 se acabó el partido.
Tenerife es el caso más reciente. Con todo de cara encajó dos goles en el inicio de la segunda mitad que no pudo remontar.