A principios de verano, José Antonio Prádanos y José Miguel Sobrado reciben la noticia de que la Academia Oliveira Tennis Pro baja el telón. Su director, Cristiano, se instalará en Valencia para tratar de potenciar la carrera del joven burgalés Nicolás Álvarez. Aficionados al deporte de la raqueta desde hace años y con dos hijos cada uno en la escuela, no tardan mucho en ponerse de acuerdo y embarcarse juntos en la aventura de fundar el Club de Tenis Campeador. «No podíamos dejarlo morir», aseguran.
El escenario estaba lejos de ser el idóneo para ‘resucitar’ la academia. La pandemia de coronavirus, la ausencia de un director deportivo y la incertidumbre de cómo responderían las familias eran motivos más que razonables para echarse atrás. Sin embargo, se pusieron manos a la obra, dieron a conocer sus intenciones, contrataron a un director deportivo y, tres meses después, la escuela cuenta con alrededor de 80 usuarios (niños, niñas y adultos) que llenan las instalaciones durante toda la semana.
«Con la que está cayendo, me parece un logro tremendo. Queríamos darles la oportunidad de seguir practicando el deporte que les gusta y lo estamos consiguiendo», cuenta orgulloso Sobrado, que reconoce que deben hilar fino para que les cuadren los números. «No tenemos ninguna pretensión económica», añade Prádanos, «pero nos gusta y lo sacamos adelante por ganas e ilusión».
Estos dos burgaleses son los gestores del CT Campeador y han delegado la dirección deportiva en Branislav Sisojevic, un técnico serbio que ha estado entrenando en los últimos años en Torrevieja. «Me motivó el proyecto porque suponía un reto para mí. Llevo toda la vida vinculado al tenis. Cuando era pequeño jugué a buen nivel en mi país y luego me pasé a enseñar. Estuve en Noruega, después en Torrevieja y ahora trato de aportar mis conocimiento aquí. En cuanto pase la pandemia, espero que podamos empezar a competir», relata el balcánico.
A su mando, tiene a otros tres entrenadores y dan clase de lunes a viernes a cerca de 80 niños y niñas. «Tanto los chavales como nosotros estamos muy contentos con él», dice Sobrado, quien pone en valor la importancia de contar con un buen director deportivo. La edad de los alumnos va desde los cuatro años hasta adultos que quieren seguir mejorando sus habilidades. «Hay minitenis para los más pequeños, tenemos un grupo de competición de 10 a 14 años y a última hora de la tarde también vienen adultos de perfeccionamiento e iniciación», señala Prádanos.
La valentía de estos dos padres ha encontrado premio en la respuesta del resto de familias. Ni las dificultades de reflotar la escuela ni el inconveniente añadido de la pandemia han frenado su sueño ni el de sus hijos. En julio concluyó un proyecto y en septiembre comenzó otro con grandes ilusiones y el mismo objetivo: ¡Larga vida al tenis!