Ana Castellanos

Ana Castellanos


Desaparecidos

28/03/2024

Agatha, 6 años, en Cullera (Valencia) en enero de 2024. Andreas, 5 años, en Castello de la Ribera (Valencia) en septiembre de 2023. Emily, 2 años, en Zaragoza, en mayo de 2023. Nira, 1 año, en Los Llanos de Aridane (Santa Cruz de Tenerife), en mayo de 2023. Paula, 10 años, en Sitges (Barcelona) en marzo de 2023. Alena, 2 años, en Guimar (Santa Cruz de Tenerife), en julio de 2022... Y la lista sigue.

Esta semana he sabido que existe el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), creado en 2017 por el Ministerio del Interior gracias al empuje de la fundación que comanda Paco Lobatón. Abrir sus ventanas a las fotografías de cientos de personas desaparecidas es escalofriante. Pero cuando se trata de niños es desgarrador pensar en lo que estas criaturas hayan podido sufrir y en la desesperación de esos padres que seguro siguen buscando incansablemente a sus hijos.

Esta empatía hacia los desaparecidos se dispara en ocasiones con casos muy mediáticos. Pero se deshincha como un globo con un alfiler en la mayoría de las ocasiones. Ayer hizo 23 años que en Medina de Pomar desapareció Abdón González. Lo seguían recordando sus sobrinas, Bego y Carol, convencidas ambas de que «fue asesinado». Un caso sin resolver y de difícil salida después de tantos años. A pesar de todo, «la herida sigue abierta», decían.

Como será la de los padres que han perdido a la legión de adolescentes que aparecen en las estadísticas del CNDES. Chicos y chicas de 14 a 16 años son mayoría en sus listados de menores. Algunos puede que se hayan ido voluntariamente. Pero su búsqueda no cesa. Se trata de una realidad sangrante, de un hecho para el que no hay duelo posible, una página que nunca se cierra, una noticia que siempre es la misma, como cada vez que DB ha recordado la desaparición de Abdón entre los casos sin resolver en Burgos. Son desaparecidos.