El lobo ha puesto en jaque su explotación de vacas en extensivo y, pese a que llevan tiempo aguantando, la situación ya se ha vuelto insostenible. «Llevamos más de 30 ataques este año, solo en el mes de agosto ya tuvimos 9», explican Alberto y Jesús, responsables de la ganadería ubicada en Quintanaloma, pueblo enmarcado en el Valle de Sedano. Desde el mes de abril empezaron a sufrir estas embestidas del cánido, que parece que se ha asentado aquí y no le cuesta nada moverse para buscar comida al encontrarse los terneros en un terreno muy amplio.
Las vacas están todo el día en el campo y resulta imposible que todas estén vigiladas en cada minuto. «¿Cómo acotas aquí las 4.000 hectáreas que tenemos?», se preguntan los profesionales de esta explotación que arrancaron hace tres décadas. Asumen que puede haber algún ataque puntual puesto que están en la naturaleza, pero consideran que «esto no es normal». Ahora han decidido meter a las 400 vacas que poseen en unas 1.500 hectáreas para tratar de reducir algo el espacio, aunque por ahora no les ha servido de mucho. «Hemos ido haciendo recortes para tenerlo más controlado; es imposible esto», comentan. Tampoco pueden dejar sueltos a los mastines en una zona tan amplia -al haber cerca gente en bici o andando- y por ello suelen estar junto a la nave.
El año pasado tuvieron unos cinco ataques en total, algo que consideraron «residual» y a lo que no le dieron más importancia. Pero ahora, después de más de 30 muertes, se muestran «desesperados». Y es que, además de aquellas que el lobo devora, también se encuentran las vacas que sufren estrés como consecuencia de sus embestidas. «Algunas sufren abortos y la mitad de ellas no van a parir el próximo año», se teme Jesús Díez. «Todos los días estás estresado, amargado, y repercute en la familia porque tenemos un problema al que no sabemos darle solución», comenta Alberto Almeida, que se muestra harto de llegar a trabajar por la mañana y cada pocos días encontrarse a un animal muerto.
Ya hemos acotado el espacio de las vacas de 4.000 a 1.500 hectáreas. Pero tampoco podemos dejar a los mastines sueltos por ahí...»
El modus operandi del lobo -que según les aseguran solo es un ejemplar- tampoco se diferencia demasiado de cuando ataca al ganado ovino. Así, suelen dejar sus colmillos en el cuello y también en la parte trasera del animal. En cada ataque matan a un ternero, ya que tienen suficiente carne, y en muchas ocasiones «se llevan las piernas», explican. La mayoría de ellos suelen estar cerca de tres meses, momento en el que se venden. Y tienen un coste de unos 700 euros. «Además, este año están costando algo más porque mucha gente ha quitado cabezas por la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE)», aseguran sobre este problema que también le ha afectado a sus animales.
Una de las grandes preocupaciones es que todavía no han recibido ninguna indemnización por todos estos daños que han sufrido, aunque la Junta sí les ha informado que «lo van a valorar y a realizar un pago por todo ello». Eso sí, desde esta explotación aún desconocen de cuánto será y en qué momento se va a producir. Ellos mismos han llegado a ver al lobo desde la carretera, pero cuando se acercaron a la zona con los perros ya se encontraron al ternero muerto. Esa 'obsesión' llega a tal nivel que recorren de forma habitual con los quads las hectáreas -algo que a pie resulta imposible por la dimensión- con el fin de vigilar que los animales se encuentran bien.
No hemos recibido ninguna indemnización aún, aunque desde la Junta nos han dicho que lo van a valorar»
Por otro lado, mencionan a otro «enemigo del que se habla muy poco» como es el buitre, que en cuanto aparece muerto un ternero acuden a comérselo y luego resulta imposible que los técnicos verifiquen que se debe a un ataque de lobos.
El secretario provincial de UPA, Gabriel Delgado, asegura que «las buenas palabras no sirven para nada» y que «se han dado todos los partes», por lo que pide a las administraciones soluciones urgentes para acabar con un problema que afecta a toda la provincia burgalesa. Avanza que pedirán una reunión con Medio Ambiente para tratar el tema con el fin de que los ganaderos puedan seguir trabajando.