Burgos pierde el 18% de sus religiosos en la última década

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Las órdenes están formadas por personas muy mayores, apenas tienen relevo y varias han optado en los últimos años por dejar la provincia

Una monja bernarda. - Foto: Valdivielso

La llegada de la orden religiosa del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (igual que la de los jóvenes monjes de la Fraternidad Verbum Spei, recién aterrizados en el monasterio de Santo Domingo) fue vista en como un pequeñísimo respiro -pero respiro, al fin y al cabo- ante la consecución de casos de instituciones eclesiásticas que han dicho adiós en los últimos años. En el 16 fueron las Carmelitas Descalzas de Lerma y más tarde lo hicieron las religiosas de María Inmaculada y las Esclavas. Las Carmelitas Misioneras cerraron su mítica guardería del barrio de San Pedro y los dominicos dejaron la iglesia de Santo Domingo por falta de efectivos. Así las cosas, ni siquiera el instituto Iesu Communio y sus decenas de monjas han podido taponar la sangría de religiosas, que se refleja en las estadísticas de la Archidiócesis.

Revisados los números oficiales ofrecidos por su página web se constata una reducción del número de religiosos (no distingue sin de clausura o no) del 18%, desde los 1.270 que se registraron en 2015 hasta los 1.046 de 2023. En este sentido, el peor año fue 2019, cuando la cifra se quedó en 663.

También en cuestión de sacerdotes se ha ido a menos y, así, en el último año del que hay datos había 339 curas atendiendo las necesidades espirituales de los católicos (y también jubilados) frente a los 401 de 2015, un 15,4%. Y el mayor drama se encuentra en los catequistas. A pesar de la llegada de movimientos como Hakuna, que llega a más jóvenes que ninguna otra iniciativa católica en los últimos años, la figura clásica de catequista que imparte a niñas, niños y adolescentes conocimientos sobre la religión  se ha desplomado un 42%: de los 1.215 que contabilizó la Archidiócesis hace nueve años hasta los 703 de 2023.