Hablaba en la previa con un compañero de la polémica decisión del Ayuntamiento de Getafe de retirar el nombre de Alfonso Pérez al Coliseum y él me preguntaba si «ese Alfonso era el del Betis». Y el del Madrid, del Barça y de la selección, le respondí: «¿No te acuerdas del ponla Guardiola por Dios. Arriba la busca Urzaiz, chuta Alfonsito... ¡gooooooooool!?». Nació en el Mundial de USA y entonces acababa de cumplir 6 años, así que no. La mítica narración de Lama ni le sonaba. Veníamos de no pasar ni a octavos en Francia '98 y aquella remontada era, probablemente, de los mayores 'logros' que los de mi generación habíamos visto de España. Lo de Tassotti y Luis Enrique nos pilló muy niños...
Aquel día del 4-3 a Yugoslavia, en junio del 2000, salí a la calle junto a dos amigos -los tres con la camiseta de la selección- aún emocionados por el 'milagro' (remontar en el descuento para pasar la fase de grupos) obrado por 'Alfonsito', el de las botas blancas. Veníamos de la ilusión del ascenso del Burgos truncada por el Murcia (el día que volcaron un coche de la 'poli') y el Granada en el play off y aquello fue una tremenda alegría. Luego vino la Francia campeona del Mundo, con Zidane y Barthez, y nos mandó para casa.
Con ambos amigos sigo yendo a El Plantío cada dos semanas y uno de ellos anda inusualmente entusiasmado con este Burgos CF de Bolo, que combina, circula, sirve y remata mucho, aunque no siempre bien, a excepción de Curro. Todo lo que toca va para dentro y ya lleva 7 con el gol al Leganés. Pichichi de Segunda. ¡Jugón!
El fulgurante inicio de los blanquinegros se diluyó con el paso de los minutos, pero fue suficiente. Sobró la soporífera segunda mitad. Cayó el líder en El Plantío, como ya lo habían hecho antes el Oviedo, el Eibar y el Elche. 13 de 15 en casa. 0 de 12 a domicilio. «El Burgos eeeeees... tooooda miii vidaaaa», acabó entonando todo el estadio tras el pitido final.