Belorado: así funciona la venta de trufas sin declarar

R.E. MAESTRO / Burgos
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Las monjas las comercializan por teléfono y a espaldas de la Iglesia. El Arzobispado desconoce si elaboran dulces y a las cuentas que controlan no llegan ingresos, pero este periódico comprueba que tienen un nuevo método para darlas salida

El reparto de las trufas no lo hace alguien de la compañía MRW, como aseguran previamente las monjas, y sí un hombre (izq.) que dice trabajar para ellas. - Foto: Alberto Rodrigo

Las monjas de Belorado continúan vendiendo sus famosas trufas, aunque han cambiado su tradicional forma de comercializarlas y así el dinero no termina en las cuentas controladas por la Iglesia. Desde el Arzobispado desconocen si en el convento se siguen elaborando dulces, aunque sí han recibido algunas facturas por parte de la exabadesa del monasterio, Laura García de Viedma, para poder pagar las materias primas que necesitan. Este periódico ha podido comprobar de primera mano que los hornos siguen funcionando y que las clarisas siguen recibiendo ingresos por esta cuestión, aunque emplean un método totalmente 'casero' y bastante complejo para mantener en pie su popular negocio.

La compra de dulces no se puede realizar directamente a través de la página web (elobradordelconvento.com), donde ahora solo se puede observar todo el catálogo de productos que poseen -con sus correspondientes precios- para posteriormente realizar el pedido a través del número de teléfono del monasterio. Una de las religiosas se encarga de atender la llamada y apuntar todo lo que se demanda para pasar el encargo a las responsables del obrador. Además, recoge los datos pertinentes -domicilio y número de contacto- para poder hacer el envío del paquete. Esta se trata solo de la primera toma de contacto, pero las monjas demuestran una gran amabilidad, un trato fantástico y total espontaneidad en las conversaciones mantenidas.

Uno de los principales problemas que se han encontrado para entregar sus productos reside en que no tienen repartidor, según explican las propias clarisas a la clientela por teléfono. «Las cuentas no son nuestras y no han pagado al de paquetería... entonces nos han dicho que de momento no pueden mandar más cosas», explica la monja. Quizás sea esa una de las razones por las que el pedido realizado por este periódico tarda en llegar 14 días desde el encargo. En esa primera conversación preguntan si estamos cerca de Belorado para poder entregarnos sus productos allí directamente, aunque al ser negativa la respuesta aseguran que estudiarán cómo nos lo pueden hacer llegar a Burgos capital.

Unos días después de realizar el pedido se recibe una nueva llamada desde el convento con la intención de quedar pronto puesto que suelen «juntar varias cosas cuando hay que hacer un viaje a Burgos». En esa misma llamada, al comprender como clientes que lo tienen difícil para hacer llegar dicho paquete, la clarisa de Belorado asume que «jugamos a esto ya, para vivir al final... hemos cogido práctica». Una declaración donde queda claro cómo ha cambiado la situación en el monasterio de Santa Clara desde que las monjas han decidido abandonar la Iglesia Católica y cómo quieren seguir manteniendo la vida que tenían antes.

La 'fábrica' de chocolate ha aportado numerosas alegrías a las monjas de Belorado y se han convertido en una verdadera fuente de ingresos, algo que parece que no quieren perder en la actualidad y de ahí que se aferren a sus hornos. Para elaborar sus productos contaron en sus inicios con los consejos del maestro Paco Torreblanca y han recibido los aplausos de múltiples chefs durante años. Muchas de las recetas de sus dulces son de Valrhona y algunas las han mejorado ellas mismas gracias a algunos libros y trucos de diferentes reposteros. Ahora hacen todo lo posible para que el negocio no desaparezca.

(El reportaje completo, en la edición impresa de este viernes de Diario de Burgos o aquí)