APACE, todavía libre del coronavirus

GADEA G. UBIERNA
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La Asociación de Parálisis Cerebral celebra dos meses sin positivos de coronavirus: ni entre los 21 usuarios que viven en la residencia ni en el personal. «Ha sido un sobre esfuerzo terrible, pero estamos contentos», destacan

En la residencia de APACE viven 21 personas, que tienen un contacto muy estrecho con el personal del centro, por lo que su estrategia ha sido higiene y aislamiento en un módulo específico. - Foto: Valdivielso

Mantener dos metros de distancia entre personas es un imposible en la residencia de APACE. La parálisis cerebral de sus usuarios conlleva limitaciones importantes de movimiento en buena parte de los casos y, en ocasiones, también una discapacidad que obliga a mantener un contacto muy estrecho con la plantilla del centro. Y aun así, esta asociación puede celebrar estos días que ha conseguido proteger a sus 21 residentes del coronavirus: ni un positivo en los dos meses de pandemia en Burgos, donde el primer caso se confirmó el 1 de marzo. «Ni entre usuarios ni trabajadores. Ha sido -y es- un sobre esfuerzo terrible, pero estamos contentos», explica la directora, Virginia de la Fuente.

La residencia de APACE, de una planta, se caracteriza por la amplitud de sus espacios, distribuidos en módulos con grandes ventanales y patios interiores en los que los usuarios tienen bancales para cultivar hortalizas u otras plantas.

Siempre huele a limpio, pero ahora más. «Hemos extremado la higiene y la precaución en todos los sentidos», dice de la Fuente, antes de añadir que eso se refiere a la generalización del uso de los equipos de protección individual;en unos casos suministrados por la Gerencia Territorial de Servicios Sociales (dependiente de la Junta) y, en otros, donados por voluntarios o incluso por los usuarios.

Pero la alerta ha ido más allá de lo obvio en estos tiempos y de la Fuente explica que su día a día se ha basado en una reorganización completa. El cierre del centro de día se aprovechó para reconvertir ese espacio en un módulo de aislamiento. «Y ante el mínimo indicio en uno de los usuarios, se le ha aislado. En el minuto cero», remacha.

Pudiera parecer que la decisión se limita a un mero traslado de un sitio a otro por el pasillo, pero es algo más complejo. «Según el protocolo, tenemos que hacer un aislamiento diferente en función de los síntomas, de si es covid-19 o no o de si el usuario utiliza algún soporte respiratorio», explica la directora, antes de aclarar que han llegado a tener a cinco usuarios en aislamiento a la vez. «Y eso supone un despliegue de personal que no imaginas», añade.

El control continuo de posibles síntomas se hizo extensivo al personal, «que está súper implicado». Eso significa que la sospecha de fiebre imposibilitaba acudir al puesto de trabajo, por lo que la asociación ha tenido que contratar sustitutos para los empleados en vigilancia preventiva. Y quienes trabajaban medias jornadas en asistencia directa, ahora están contratados para que sean completas. Esto ha obligado a hacer «un esfuerzo económico» que todavía no se ha presupuestado, pero que se prevé cuantioso.

Sin embargo, de la Fuente tampoco desestima la suerte como factor de su parte. Y se explica: «Hemos tenido suerte, sí, y hemos comprobado que hay gente maravillosa». Se refiere, en concreto, al equipo de Atención Primaria que se ha encargado del seguimiento de la covid-19 en la residencia. Primero, con la realización de las pruebas diagnósticas PCR «en cuanto algún usuario tenía algún síntoma» y, después, con la realización de los análisis rápidos, que detectan anticuerpos en sangre para el SARS-CoV-2 y permite saber si una persona tiene o ha pasado la enfermedad. «Costó que llegaran los test rápidos, pero en cuanto los distribuyeron nos los hicieron a todos: usuarios y personal. Nos ha dado mucha tranquilidad», asegura de la Fuente.

Los primeros dos meses los han superado con éxito, pero la guardia se mantiene alta. Uno de los usuarios que se fue a casa al comienzo del todo va a volver ya y eso obligará a tenerlo en aislamiento preventivo durante dos semanas; una situación que compartirá con un usuario derivado estos días por emergencia social y con otro que tuvo que ser ingresado por una infección respiratoria distinta a la covid-19 y que ya va a recibir el alta y que, como paso previo a la vuelta a casa, tendrá que estar separado del resto. La directora de APACE explica que «cada día surge una situación de este tipo» y es consciente de que están al comienzo del camino. «Nuestro colectivo es muy vulnerable, con pluripatología, así que durante un tiempo tendrá que haber una zona específica para los más delicados. No sé si volveremos a conocer la residencia como antes de la covid-19, espero que sí, pero no podemos descartar tener un módulo de enfermería», concluye la directora.