Dos atropellos mortales en apenas diez días nada más iniciarse el presente año, que además se sumaban a otros dos ocurridos a finales de 2021, encendieron las alarmas en la sociedad burgalesa. Eran demasiados episodios de extrema gravedad en un momento en el que las tragedias parecían desterradas. No en vano, la ciudad había cerrado varios años sin víctimas, especialmente las que perecían arrolladas por vehículos. Lo lógico sería achacar estos sucesos al infortunio o al natural incremento de la movilidad tras dos años de pandemia. Pero lo cierto es que no fueron siniestros aislados. A lo largo de este primer trimestre se han producido diecisiete atropellos, el doble que hace un año, según los datos facilitados por la Policía Local.
El propio cuerpo municipal achaca este importante repunte precisamente a ese incremento de la movilidad. No creen que se haya producido un aumento de las velocidades en la ciudad, ni tampoco detectan deficiencias de bulto en las infraestructuras más allá de la baja visibilidad puntual en algunos pasos de cebra. Carencias que, de hecho, están analizándose en profundidad desde el área de Tráfico para poder mejorar la seguridad de los peatones.
Pero volviendo a los datos, diez de estos atropellos contabilizados en lo que va de 2022 se produjeron en pasos de peatones, mientras que el resto tuvieron lugar en otros lugares de la vía. Esto significa que algunos peatones cometieron la imprudencia de cruzar por lugares que no les correspondía, lo que da pie a hacer una reflexión más profunda sobre un problema que parece evidente. A estos datos hay que sumarles otros cuatro incidentes entre viandantes, bicis y patinetes, principalmente en las aceras.
Tras las dos muertes en el mes de enero, la Policía Local inició una campaña de concienciación en la que también se volcaban en la información al peatón, algo que propició críticas de algunos ciudadanos que consideraban que la responsabilidad de los atropellos es única y exclusivamente del vehículo. Pero al margen de la evidencia estadística de que muchos se producen por la temeridad de algunos viandantes a la hora de cruzar por donde no deben, la jefatura pretendía ser pedagógica para evitar más desgracias.
El mensaje era claro: antes de cruzar, asegurarse de que el coche se había detenido. Porque aunque el paso de cebra dé prioridad, es preferible no arriesgar la vida antes que tener razón. Y esto es lo que los efectivos policiales transmitieron a los ciudadanos durante varias semanas a través de campañas a pie de calle. Patrullajes que se completaban con controles más exhaustivos de algunos cruces que podrían ser conflictivos.
Lo que se encontraron en muchos casos preocupó, y mucho, tanto en el seno del cuerpo municipal como en la concejalía de Seguridad Ciudadana. En apenas un mes, se contabilizaron 241 multas a vehículos por no respetar los pasos de peatones. La sensación de las patrullas es que había un incumplimiento demasiado elevado. El ejemplo más claro lo vivieron en apenas una hora en la calle San Lesmes. Y es que en ese tiempo levantaron una veintena de actas de sanción. Para algunos conductores la denuncia fue doble, pues lejos de asumir la infracción al volante, se enfrentaban a los policías por no estar de acuerdo con el castigo.
Entre este tipo de vigilancias, 68 en total durante esas cuatro semanas, la Policía Local llevó también a cabo seguimientos más discretos con vehículos sin rotular. Controles que sirvieron para tener un conocimiento más certero de lo que ocurre en las calles burgalesas. Completó la campaña un incremento del uso del radar móvil, especialmente en vías donde se habían detectado velocidades más altas o un repunte de los accidentes.
Puntos negros. La idea de la concejala de Seguridad Ciudadana, Blanca Carpintero, es realizar una campaña más ambiciosa para lograr un mayor respeto de los pasos de cebra y reducir las infracciones. Una estrategia en la que siguen trabajando en colaboración con otras áreas del Ayuntamiento capitalino. Asimismo, en el número 1 de la Plaza Mayor aún están analizando puntos negros para poder mejorar tanto la visibilidad, la accesibilidad y el calmado de la circulación.
De la redacción de este documento se está encargando el área de Tráfico. Los técnicos están recabando información sobre pasos de cebra conflictivos (donde hay más accidentes, en los que hay quejas por carencias estructurales, etc.) para después valorar medidas que mejoren principalmente la seguridad de los peatones.
Se ha detectado, por ejemplo, que algunos contenedores obstaculizan la visión de los conductores. Lo mismo ocurre con algunas plazas de aparcamiento. Se plantea, en estos casos, un cambio en las zonas de residuos o la supresión de los lugares de estacionamiento. En ocasiones incluso su reemplazo por espacios reservados para bicicletas o motos.
En la agenda también están soluciones más ambiciosas, sobre todo cuando el riesgo para el viandante es la alta velocidad que se alcanza en algunos tramos. Esto incluye la colocación de radares fijos y preventivos (los que advierten de que se sobrepasan los límites), pasos de cebra luminosos e inteligentes y también elevados.
La experiencia avala a estos elementos. Porque desde que comenzaron a instalarse lograron reducirse los accidentes, principalmente los atropellos, al margen de los episodios de este año. De ahí que sea urgente detectar lugares conflictivos para insistir en esta estrategia.