La Plataforma de la N-I, el colectivo que durante tantos años luchó por la supresión del peaje en la autopista, respiró aliviada y descorchó champán el día que se levantaron las barreras, en la noche del 30 de noviembre de 2018. Sabe, sin embargo, que la lucha por la mejora de la seguridad conjunta de todo el corredor,  y por ende de los pueblos afectados, no ha llegado a su fin. 

Rafael Solaguren, portavoz del colectivo, ya advertía a comienzos de este verano que la nacional podía colapsarse en caso de atascos que obligasen a desviar el tráfico y confirma que así ha sucedido: «Hay gente que ve venir la retención y enseguida se desvía. Acabamos todos en una caravana a 60 kilómetros por hora, aunque por suerte no es nada parecido a lo que teníamos antes».

La Plataforma recuerda que «siempre» ha pedido un tercer carril y más accesos, así que se felicita del anuncio lanzado la semana pasada por el Gobierno central, «pero todo esto tenía que haber estado previsto y se va con 10 años de retraso». A juicio de Solaguren, «que la N-I bastaba para ejercer como tercer carril era una idea absurda, porque hablamos de una vía de doble sentido. La DGT y la Guardia Civil se están comiendo el marrón de gestionar la autopista, están viendo que es imprescindible y habrán presionado lo suficiente para que en el Ministerio se decidan a retomar aquel proyecto, que ya tramitó el PP aunque con la vía de pago».

Para la Plataforma, arreglos en la N-I como los que se está ejecutando entre Rubena y Fresno de Rodilla son insuficientes, «porque se queda a 10 metros de poder enlazar con la autovía». Más optimista se muestra el alcalde de Rubena, Ismael Ruiz, quien estima que para junio de 2023 esté lista la remodelación de la carretera que al menos mejorará el peligroso cruce de Atapuerca y sacará los vehículos agrícolas mediante vías de servicio. Menos peligro para el resto de conductores.