"Félix fue un descubridor, un científico multidisciplinar"

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) reivindica con publicaciones, exposiciones y charlas el legado del universal burgalés más allá de su papel como divulgador

A partir de la cetrería, una de sus pasiones, Rodríguez de la Fuente se convirtió en un científico. - Foto: Archivo DB

Nadie va a descubrir a estas alturas a Félix Rodríguez de la Fuente, burgalés universal cuyo legado sigue plenamente vigente. O sí. Lo está haciendo, y con carácter reivindicativo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ocupado en resaltar el carácter científico de la obra del naturalista pozano, pues su papel como gran divulgador es algo que nadie osaría poner en cuestión. «Félix aportó a la ciencia lo que es intrínseco de ella, es decir, conocimiento novedoso, sobre todo en ciencias naturales. Su sólida formación universitaria adquirida durante siete años de licenciatura en Medicina y dos de especialización en estomatología le capacitó para entenderlas a un nivel muy profundo, como ya le había pasado, por cierto, a muchos médicos anteriores a él en todo el mundo, aunque no llegaran ni de lejos a hacer tanto bien por la conservación de la biodiversidad y el respeto a la naturaleza», explica Alfonso V. Carrascosa, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, que abandera el homenaje que esta institución ha empezado a tributar al biólogo burgalés de cara al centenario de su nacimiento, que será en 2028.

Tiene meridianamente claro Carrascosa, que impartirá el próximo viernes 27 de marzo, en la Escuela Politécnica Superior de Burgos (19:00 horas), la conferencia 'Félix, de la cetrería a la ciencia', que el modo que tuvo Rodríguez de la Fuente de aproximarse a la realidad «fue científico en todo momento, a nivel metodológico pero sobre todo con la intención de contar cosas que nadie había contado, de descubrir -algo verdaderamente emocionante- y dar a conocer sus descubrimientos. Sus aportaciones a la ciencia fueron de carácter multidisciplinar», apostilla. En la charla,Carrascosa mencionará las aportaciones científicas de Félix a la historia de la ciencia y la ornitología que ya ha recogido en un estudio científico que lleva el mismo título de la conferencia y que puede descargarse gratuitamente en la red y que es considerado «el primer acto del quinquenio del centenario del nacimiento de Félix». 

Con todo, este miembro del CSIC destaca que el naturalista pozano «aportó también conocimiento novedoso al menos en etnografía y etología, y lo transfirió directamente a la sociedad a través de sus documentales, de ahí la dificultad para distinguirlo de la divulgación o el documentalismo sin más: un cauce heterodoxo pero que no invalida en absoluto la originalidad característica de la actividad científica». El hecho de que no haya sido suficientemente reconocida la contribución científica de Félix ha de atribuirse, primero, a su «incontestable grandeza como comunicador, más que como divulgador; el más importante que ha dado la historia de España sin duda. Transmitía mucha pasión, tenía de natural el don de la palabra, y la palabra tiene el poder de crear, de crear entusiasmo, ilusión, respeto a la naturaleza… Yo he recibido en primera persona el impacto del estreno televisivo de sus documentales y es algo que no se olvida. Ahora los veo y aun no siendo lo mismo uno tiene la certeza de estar ante una figura todavía no igualada. Creo que soy el primer científico profesional que se interesa por profundizar en el mismo. El seguir en activo me ha facilitado enormemente identificar de entre toda la actividad desplegada por Félix aquella que era posible identificar como científica, sin más que echando mano de mi propia experiencia personal en investigación».

No oculta Carrascosa que otra derivada que influyó en que no se reconociera esa faceta docta y erudita de Félix: los enemigos. «Hubo como dos vertientes en el menosprecio o la subestimación que sufrió. La primera de ellas provino del ambiente científico-académico, y en mi modesta opinión fue consecuencia directa de los celos, de las envidias del arrollador éxito y poder de influencia que acabó cosechando, de tal nivel que cegó absolutamente a sus detractores, insignes científicos algunos, que no se percataron de que parte de lo que decía por la radio o televisión o escribía en revistas era conocimiento original a nivel mundial». 

Fue científico en todo momento, a nivel metodológico y por contar cosas que nadie había contado antes y por darlas a conocer»

No obstante, señala, eso fue cambiando, especialmente a partir de 1990, cuando Joaquín Araújo, uno de sus primeros biógrafos, «se refirió a él como naturalista y recogió testimonios tales como el de Emiliano Aguirre, padre de Atapuerca, en el que calificó a Félix como un auténtico científico. El culmen de la calificación de la actividad profesional de Félix como científica fue precisamente la concesión del título de doctor honoris causa in memoriam que le concedió en 2013 la Universidad de Burgos pero que también careció de un desarrollo demostrativo posterior a dicha afirmación tal como yo lo estoy llevando a cabo, de manera pormenorizada, demostrando con pruebas documentales tal afirmación.

Creo que hasta ahora la mayoría de los científicos que se han acercado a su figura no han conseguido salir del cliché del 'Félix divulgador' que sigue propagándose no porque sea falso, aun cuando sea en mi opinión incompleto precisamente por olvidar su faceta científica». No en vano, dice, son innumerables los médicos que han desarrollado actividad científica en la historia de la ciencia «en ámbitos que Félix abordó, tales como la ornitología, la antropología etnográfica, la etología...  pero que no llegaron a la popularidad y la fama de Félix ni por asomo».

Considera además que el insigne burgalés tuvo detractores de índole ideológica, «y en buena parte provenían de algunos sectores del incipiente movimiento ecologista que él impulsó de manera determinante con su actividad profesional; sectores que todavía hoy no han hecho por la naturaleza española ni una ínfima parte de lo que Félix desencadenó». Un ejemplo concreto, apostilla, fue la reacción que algunos de estos grupos minoritarios tuvieron frente a sus dos intervenciones en formato conferencia que Félix impartió en el Ateneo de Madrid. En la primera de ellas, impartida en 1976 con el título 'La caza como estímulo de la evolución', «no dejó de decir cosas sensatas y con sólido fundamento científico, dando a entender que la caza de unos animales sobre otros era beneficiosa tanto para el predador como para la presa, ya que aquel se alimentaba y desaparecían los individuos menos aptos de la especie predada. Algo había apuntado también en la 'Enciclopedia de la Caza' al afirmar: El predator no sólo es el guardián de los pastos y de los frutos, al evitar la excesiva proliferación de los fitófagos, sino que también actúa como un verdadero forjador, como una formidable fuerza selectora que, implacablemente, va mejorando las condiciones anatómicas, fisiológicas, y psíquicas de todas sus presas». 

Tan es así, que llegó a referirse a la especie humana como incentivadora en el mismo sentido de la evolución mediante la práctica deportiva selectiva en esto términos: Reglas cuya transgresión transforma al predator en hediondo necrófago, al noble cazador en despreciable matarife. […] No mates, caza». Fue más allá el burgalés: en esa charla, evoca el científico del CSIC, hizo mención a las nefastas consecuencias que puede tener una intervención humana en los equilibrios ecológicos sin estar hecha en base científica y que consista en eliminar los predadores para que haya más caza. «El resultado de la charla fue que los mencionados grupúsculos calificaron a Félix de acérrimo e irracional procazador y cosas más gruesas, no sólo en contra de lo que realmente dijo, si no en contra de lo que hizo durante toda su vida, es decir, evitar que se exterminasen las aves rapaces y el lobo, entre otras muchas especies». 

Aportó un novedoso conocimiento en etnografía y etología. Su grandeza como comunicador y las envidias impidieron ese reconocimiento»

No menos interesante fue, afirma Carrascosa, la segunda intervención, que data de 1978. Entre otras cuestiones de gran profundidad, Félix destacó a la especie humana «reflexionó en voz alta sobre las entonces fuentes de energía agotables y las fuentes de energía muy poco renovables –petróleo y carbón- en relación a la energía nuclear, trazando un paralelismo entre la evolución humana y qué hacer frente al desafío energético en el sentido de plantear que si los prehomínidos se hubiesen negado a comer semillas no se habría llegado en la evolución a donde se llegó, es decir, a la especie humana, cumbre indiscutible y hasta objetivo en ese momento de la evolución orgánica, en palabras del mismo Félix. Frente a que las energías baratas o naturales no parecían capaces de suplir las demandas planteó: ¡Piénsenlo y decidamos democráticamente! ¿apagamos el interruptor o no?. A mí me daría mucho miedo apagar el interruptor de la evolución del hombre. Energía Nuclear sí, con todas las garantías científicas. «Si la no utilización de la energía nuclear supusiera la desaparición de nuestra especie, él dijo optar claramente por la energía nuclear, Pero la cosa no quedó aquí. Queda claro que jamás se declaró pronuclear. Pues bien, una minúscula parte de los más ideologizados ecologistas de entonces le colgaron el sambenito de pronuclear, al tiempo que manifestaban su arrobada admiración por el país vecino, Francia, que está entre los tres países con más nucleares del mundo, por debajo de USA y por encima de China, por haber seguido las entonces recomendaciones del Club de Roma, al que Félix declaró como conjunto de personas muy sensatas y preparadas».

Otra prueba más de que estos temas Félix los abordaba desde el más estricto rigor científico puede deducirse de una entrevista realizada por el añorado periodista de Diario de Burgos Juan Ángel Gozalo (la última que se le hizo al pozano, días antes de partir hacia Alaska, donde perdió la vida): Abogo por que en España se instalen el menor número de estas centrales y porque estas mínimas plantas con el máximo de seguridad, a la vez, aporten el máximo de información de lo que en ellas ocurra de cara al público y porque estas centrales estén ubicadas en zonas geográficas que ecológicamente sean menos perniciosas, al lado de grandes cuencas fluviales, con gran caudal para que no esté tan concentrada una contaminación térmica que termine con la riqueza ictiológica».

La cetrería, el origen. Alfonso V. Carrascosa no tiene duda de que la pasión de Félix por la cetrería es el origen de su condición de científico: «Probablemente sea uno de los elementos determinantes de su desembarco en la ciencia. Y es que en la cetrería están mezcladas la ornitología y la psicología animal o etología. Parte de lo que Félix ponía en sus documentales, emitía por radio o escribía en revistas para el gran público era conocimiento novedoso a nivel mundial, esto es, científico. El arte de la cetrería no es en sí mismo una actividad científica, es decir, practicarlo no implica generar conocimiento novedoso, sino más bien una destreza no fácil de conseguir. Pero el Premio Nobel español Ramón y Cajal apuntaba que las cualidades indispensables del cultivador de la investigación son la independencia de juicio, la curiosidad intelectual, perseverancia en el trabajo, el amor a la gloria y el amor a la patria». El homenaje del CSIC a Félix consistirá en una exposición que resaltará sobre todo lo científico de su trabajo, que irá acompañada de actividades infantiles, un ciclo de conferencias etc. a realizar inicialmente en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, parte de la cual podrá tener carácter itinerante. «El objetivo será resaltar el carácter científico de su trabajo, y hacerlo desde la más importante y más longeva institución científica en ciencias naturales de nuestro país».