Primero tenían que haber finalizado en mayo, pero se realizaron unos cambios en el proyecto y el plazo se amplió hasta noviembre. Con el calendario en la mano, las obras de remodelación de los Jardines de don Diego en la capital ribereña deberían estar a dos meses de su conclusión, aunque sobre el terreno todo hace pensar que no se van a cumplir los plazos. Esta semana están empezando los trabajos para reasfaltar el pasaje Primo de Ribera y se ha cortado la calle San Gregorio, mientras, de forma paralela, los operarios se centran en la ampliación del espacio peatonal en el lado este de los Jardines y en la urbanización de la plaza de la Virgencilla.
Desde el Ayuntamiento arandino confirman de que no hay ningún cambio previsto en la planificación de las obras. «La empresa no ha pedido ninguna ampliación de plazo», asegura la concejala de Obras, Ana María Hervás, que está pendiente de la próxima reunión de control de este contrato para conocer con detalle el avance de las tareas pendientes y la previsión para su finalización.
A pie de calle, lo que se aprecia a simple vista es que la parte central de este enclave peatonal está más avanzada, con las losetas ya colocadas y las piedras del borde del estanque que rodea el monumento a Diego Arias de Miranda preparadas para devolverles su ubicación original. Mientras, las máquinas siguen trabajando en la parte este, que se va a convertir en un amplio espacio peatonal. «¿Dos meses? Esto no tiene pinta de terminar en noviembre, aquí siguen trabajando pero con poca gente, va muy lento», lamenta un vecino al salir del portal de su vivienda, con vistas a las obras.
Según se acerca la fecha límite para la conclusión de las obras, los residentes en este entorno exponen sus dudas sobre el cumplimiento de los plazos. «Ahora tenemos obreros delante, a un lado y a otro, se supone que tendrían que acabar ya pero no hacen más que empezar cosas nuevas», se queja una empleada de una de las entidades bancarias que tienen su oficina en este céntrico espacio de la capital ribereña. A las dudas se suma ahora el malestar de los comercios de la calle San Gregorio, que se cortó al tráfico este lunes. «La gente se cree que se ha cortado toda la calle, no sólo para los coches, y hemos notado que algunos clientes habituales no han venido ni ayer ni hoy», reconoce el camarero de un restaurante, que añade que «estas obras se están convirtiendo en una condena, esperemos que queden bien, por lo menos».