Laura Criado acudió ayer a una cita médica en el centro de salud Federico García Lorca pero cuando llegó a la consulta habitual se encontró con un cartel que indicaba que su médica atendía en el módulo número 2, que es como Atención Primaria llama de una manera políticamente correcta a las casetas. Lo mismo le ocurrió a Antonio Arce, que esperó durante más de media hora hasta darse cuenta de que su médico también había cambiado de sitio. Esta situación no es nueva sino que se viene produciendo desde hace ya tres años y no hay visos de marcha atrás.
La falta de espacio en el consultorio obligó a la instalación de cuatro casetas en el exterior del edificio en el verano de 2021 confiando en que el nuevo centro de salud del Silo fuera una realidad pero nada más lejos por la espantada que han dado las empresas adjudicatarias. Lo cierto es que el día a día resulta muy completo tanto para pacientes como también para los médicos. «No es el mejor sitio para recibir atención. No deja de ser una caseta de obra que puede tener su utilidad para cambiarte de ropa pero no para una consulta médica. Para los facultativos tampoco es cómodo al tener que salir si necesitan realizar una cura al paciente», indicó Laura Criado, una usuaria.
Los usuarios esperan a ser atendidos en el interior del centro de salud y el médico debe salir a la calle para llamarlos. Ahora que es verano no hay ningún problema pero en invierno llueve y hace frío y hay que atravesar unos metros sin ningún tipo de techo protector.
Los módulos, ubicados en el jardín trasero, obligan a los pacientes a salir a calle para ser atendidos y a los médicos para llamar a los que están esperando. - Foto: Alberto RodrigoLos barracones tienen climatización y están perfectamente equipados pero están a pie de calle, no tienen cerrojo y cualquier persona puede entrar. Además desde el exterior se puede escuchar perfectamente la conversación entre el médico y el paciente mientras se espera el turno para ser atendido. Cabe recordar que en uno de ellos se llevaban a cabo citologías, lo que provocó las quejas de las usuarias.
Humedades y desperfectos. El paso del tiempo ha hecho mella en las casetas, además de grafitis presentan desconchones y algunos desperfectos y también pueden verse algunas humedades al estar asentadas sobre un jardín, de hecho algunos usuarios aseguran que en el interior huele a humedad. Las placas que se han instalado en el suelo que rodea los barracones se han ido oxidando y se observan algunos desperfectos en la rampa y en los cables de sujeción.
Con el objetivo de repartir los barracones, los médicos con los que cuenta el centro de salud se van rotando. «Lo peor es que vamos a estar mucho tiempo así. Las obras del nuevo centro de salud van muy despacio», apuntaron Olvido Pérez y Fernando Rodríguez.
Las personas de mayor edad son las que más problemas tienen, dado que en algunas ocasiones se sientan en su consulta bien médica o de enfermería y no se dan cuenta del cartel que avisa que ese día se presta en uno de los barracones. «Llevaba un buen rato esperando hasta que me ha dado por leer el cartel. La atención es buena pero cuando llueve y hace frío es un problema al tener que salir a calle», subrayó Antonio Arce.
En el interior del centro de salud la situación no es mucho mejor, dado que médicos y enfermeras deben compartir consultas. Los profesionales también se han quejado de la indefensión que tienen en el interior de las casetas en el caso de producirse algún incidente con los pacientes al estar aislados del resto de compañeros.
El centro de salud García Lorca, que se construyó en los años 80 en los bajos de un bloque de viviendas, tiene asignadas más de 16.000 cartillas sanitarias de vecinos de Capiscol, G-9, La Ventilla o Villafría. Desde hace dos décadas los usuarios esperan la construcción de un nuevo edificio. Las obras se iniciaron en 2019 pero la empresa dio la espantada, se adjudicaron a otra e hizo lo mismo. Posteriormente, se actualizó el proyecto y en mayo de este año los trabajos se han vuelto a retomar tras adjudicarse a Inexo y Copsesa. Aunque no acaban de tomar ritmo, solo se ven cuatro o cinco trabajadores en el tajo, deberán estar concluidas en mayo de 2025, si todo va bien. Luego llegará el amueblamiento, de modo que hasta 2026 no podrá funcionar.