Hace tres décadas, la Junta de Castilla y León iniciaba un proyecto experimental sobre el cultivo de trufa negra, con varias campos de ensayo localizados en las localidades de Bustillo del Páramo, Nebreda, Peral de Arlanza y Santa María del Campo. Amando Torres era entonces ingeniero técnico y hoy, tantos años después, recuerda que la experiencia no fue en absoluto exitosa en cuanto a producción, pero si desde el punto de vista de la motivación para iniciar la carrera del cultivo trufero. La planta se había traído de Francia y no dio el resultado esperado al no producirse la simbiosis entre la raíz y el hongo. Al cabo de 8 ó 9 años, apenas se recogieron un par de trufas en la finca de Nebreda.A lo largo de esos treinta años y al amparo de las políticas de reforestación puestas en marcha por la Consejería de Agricultura, las primeras en el año 2004, y ya en una segunda etapa con subvención del 40% de la inversión hacia 2016, el cultivo de la trufa se ha ido extendiendo por la provincia y en estos momentos vendrían a rondar las 640 hectáreas, de las que 433 están en manos de medio centenar de productores que forman parte de la Asociación de Truficultura de la Provincia de Burgos (Atrubur), en la que se integran además otros socios como empresas de servicios, viveros, adiestradores de perros o empresas asesoras. Pero además, no los 50 productores están ya recolectando trufa, sino que ese número quedaría reducido entre 15 y 20, mientras que el resto son plantaciones jóvenes aún sin producir o cantidades mínimas. Rubén Heras es el presidente de Atrubur, que recientemente ha dado un paso adelante para poner en valor el desarrollo de este producto y su promoción, con la venta de trufas en el Mercado Sur. Son ya tres fines de semana con esta experiencia en marcha, que como una iniciativa novedosa que es, hay que valorar para ver si se cumplen las expectativas con las que nació y se apuesta por consolidar el puesto el próximo año. Por el momento serán estos meses de enero, febrero y marzo los fijados para mantenerse en el mercado, coincidiendo con el momento álgido de la temperada, en la que los productores de trufa están ahora inmersos, viniendo a recoge entre 30 y 50 kilos a la semana, calcula Rubén Heras. La producción de trufa pone a prueba la paciencia de los que se han decidido por este cultivo por afición o como una alternativa más al cereal porque todos saben que desde que comienzan a cultivar hasta que recogen las primeras ‘perlas’ pueden pasar una media de entre 8 y 10 años, pero en función de la climatología, el terreno y si se ha incorporado riego -la trufa se alimenta mucho de las lluvias de verano-, la producción se puede adelantar y comenzar a dar al quinto a sexto año. 26 expedientes PAC en 2019. Heras reconoce que es difícil poner cifras sobre al mesa porque la provincia no tiene una producción óptima, que sería entre 30 y 50 kilos por hectárea, y porque los productores no hablan abiertamente de su producción, pero avanza que de las 433 hectáreas en conjunto de los socios de Atrubur, en estos momentos rondarían el centenar las que son productivas, algunas con buenos números y otras con menos, aunque sobrepasen los 8 años. Con esa producción y la estimada de los truferos no asociados estaríamos hablando de una producción en torno a los 2.000 kilos.Otra cifra que explica la diversificación de esta producción está en los datos que aporta el Servicio Territorial de Agricultura de la Junta de Castilla y León. Así, tan solo ha habido 26 expedientes declarados en la PAC por productores, que representan 64 hectáreas, de las que 20 corresponderían a un productor de Vileña.La decisión de cultivar trufas, que en Burgos se hace en los bosques de encinas y quejigos, tiene mucho que ver con la búsqueda de fórmulas para impulsar el desarrollo rural y poner en valor los pueblos y demostrar que sí es posible contar con recursos para que sobrevivan. Así lo entiende Rubén Heras, el presidente del colectivo, que comenzó en 2006 con 2 hectáreas en unas fincas inviables para el cereal, que tampoco resultaron demasiado buenas para la trufa, ya que la producción se está dando "pero muy residual", matiza Heras, que en 2015 puso otras 6 hectáreas, ya con mucho aprendido del tema. Ignacio Grajal, alcalde de Padilla de Abajo es otro de los productores pioneros, tramitó el expediente de reforestación con trufa, en la PAC en 2004 y comenzó el cultivo un año después. Su plantación cuenta con 5 hectáreas, pero aún no tiene producción, reconoce él mismo, que a pesar de ello, es un apasionado del tema.Juan Zayas, de Brazacorta, en la Ribera del Duero, es otro productor y en este caso, "haciendo bien las cosas". Cuenta con 3,5 hectáreas de 8 años que ya le producen desde hace un par de años y otra hectárea y media más aún jóvenes. Otro buen productor es Santos La Roca, que cuenta con 10 hectáreas, en el término de Iglesiarrubia y Peñacoba, en tres fincas, que ya tienen una decena de años. En 2014 cogió la primera trufa. Se guarda para sí cuanta producción tiene, pero sí que las saca a países Francia, Argentina e Inglaterra.