En vilo. Así se hallan los viticultores de la Ribera del Duero tras la brotación del viñedo con unos 18 días de adelanto respecto a lo que suele ser habitual. El intenso calor del fin de semana, con temperaturas más propias del verano, ha provocado una "gran explosión" en el campo y en multitud de parcelas de la comarca las hojas están más que formadas e, incluso, las flores de los racimos ya empiezan a despuntar. "Da miedo, con este panorama te entran todos los males", admite el viticultor de Zazuar Tomás Bueno. Sobre todo, porque las previsiones recogen algún amanecer bajo cero en las próximas jornadas. "Sólo con eso ya es para echarse a temblar", añade, consciente de que la Ribera "tiene estos peligros".
En la misma línea se pronuncia David Izquierdo, viticultor en Quintana del Pidio, que achaca este panorama a "un cambio climático acentuado". Para explicar la situación, echa mano del refrán: "En la Cruz, la viña reluz". Es decir, que teóricamente las plantas deberían comenzar a brotar en torno al 3 de mayo. Luego, desde esa fecha hasta San Isidro se concentra el mayor riesgo de heladas. Sin embargo, con esta brotación precoz, "ahora tenemos un mes de peligro", remarca Izquierdo. Y eso, continúa, "te hace estar en vilo porque vienen bajadas de temperatura potentes por las noches en la zona de Aranda y Quintana del Pidio".
Ambos admiten que con el calor del pasado fin de semana "era imposible que el viñedo no brotara". De hecho, Izquierdo apunta que incluso las viñas viejas están adelantadas, pese a que suelen ser las más tardías. Ante estas circunstancias, "toca cruzar los dedos", como añade Bueno, que "veía venir" un panorama así ya que "no ha hecho casi frío en invierno ni tampoco ha helado demasiado". A su juicio, el adelanto les devuelve a la realidad. "Esto es Ribera del Duero y aquí pasan estas cosas. No nos pilla de nuevas", constata, en referencia a la helada del año pasado que arrasó parte de sus viñedos.
Parcelas sin podar. Mientras, Eduardo Izquierdo, viticultor en Gumiel de Mercado detalla que aún tiene dos parcelas jóvenes sin podar, algo que "está haciendo mucha gente con la idea de retrasar la brotación por los riesgos de heladas". Así, los viticultores intentan que "el terreno esté con la menor hierba posible y el suelo aplastado para que corra bien el aire", como se hacía tradicionalmente. Además, las lluvias del primer trimestre han impedido entrar en las viñas para acometer esta labor y otras como arar o abonar.
Izquierdo lamenta que "el clima está loco" y advierte de que, según cuentan los veteranos, "hasta que no pasa San Pedro Regalado, el 13 de mayo, hay que estar en alerta" por ser el mes de mayor peligro.