Parece inexplicable que un contrato que se formalizó en septiembre no se haya ejecutado siete meses después. Máxime cuando se trata de una actuación que busca terminar con las innumerables goteras que la estación de tren Burgos-Rosa Manzano padece desde prácticamente su inauguración. Pero así es. El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias adjudicó a finales de verano por 60.000 euros (sin IVA) la reparación de la cubierta tras años de problemas.
El concurso, que llegó con retraso desde que en noviembre de 2018 el Adif anunció una "gran actuación" para terminar con los cubos en pleno hall los días de lluvia, se resolvió a favor de una firma navarra. Sin embargo, las goteras se siguen cebando con la infraestructura burgalesa. Este periódico preguntó al Adif a principios de 2022 sobre las causas de la no ejecución, a lo que el organismo respondió que "si la meteorología lo permite, está previsto que las obras comiencen durante el mes de febrero". Pues bien. Tras uno de los febreros más secos que se recuerdan meteorológicamente hablando, nada ha cambiado.
El último en sorprenderse con las deficiencias de la terminal burgalesa fue el diputado de Cs en el Congreso Juan Ignacio López-Bas. Tras una visita a la capital el 10 y 11 de marzo, el político alicantino se mostró extrañado por la presencia de "una docena de recipientes de plástico para recoger el goteo de agua constante procedente de dicha cubierta".
Según un informe técnico, el origen de los problemas se encuentra en una deformación de la estructura, provocada por el peso de la nieve acumulada durante algún episodio de grandes nevadas, y para corregirlo hay que modificar la pendiente de la cubierta. Entre las soluciones que se proponen figura el desmontaje del actual lucernario para la colocación de los recuperados sobre la cubierta de policarbonato mediante tirafondos o clavos de acero inoxidable, así como el remate de las uniones.