Le llamaron Ulises, porque su odisea tuvo que ser de aúpa. Aunque en el argot de los arqueólogos se le denomina 'fundador', el hombre que fue hallado enterrado en el dolmen funerario de Tablada de Rudrón procedía de las islas británicas. Un viajero increíble que fue a morir al páramo de La Lora. Una historia formidable. El lugar en el que se hallaron los suyos y otros restos ha sido puesto en valor, como se aspira a hacer con todos los monumentales sepulcros construidos con grandes piedras que hay en esta zona concreta del norte de la provincia. El llamado dolmen de El Virgazal, que es impresionante, ha sido convenientemente adecentado, protegido y señalizado en aras al conocimiento de aquellos que decidan visitar esta tumba funeraria, erigida en torno a 2.000 años a.C., en la Edad del Bronce.
En Territorio Megalítico, obra coordinada por Miguel Moreno que recoge la información del megalitismo que acogen los municipios de Los Altos, Argentes de la Lora, el Valle de Sedano y Tubilla del Agua se describe la importancia de esta construcción funeraria, que fue excavada por Jacinto Campillo entre 1979 y 1983. «Este yacimiento cuenta con una estructura distinta de los dólmenes neolíticos que suelen encontrarse bajo los túmulos del Territorio Megalítico. En este caso El Virgazal no era un dolmen simple ni un sepulcro de corredor sino una estructura compuesta por una zona central de seis metros de diámetro delimitada por un anillo de pequeños bloques de piedra en el centro de la cual se encontraban, excavados directamente en el subsuelo, una pequeña zanja o pasillo y varios hoyos. Toda esta estructura estaba protegida por un pequeño túmulo de doce metros de diámetro y un metro de altura. A excepción del individuo principal, un varón de 30-40 años que yacía depositado en la zanja central, los restos esqueléticos de otros siete individuos, así como los materiales arqueológicos, fueron recuperados sin un orden muy aparente, dispersos por todo el monumento». El cadáver del individuo principal, el llamado 'fundador', miraba al norte y tenía las extremidades flexionadas y la cabeza apoyada en una losa plana.
Los materiales arqueológicos son varios elementos «propios del set campaniforme de la Edad del Cobre (vasos de cerámica con forma de campana invertida, brazales de arquero, un botón de marfil y dos adornos de oro) además de varias cerámicas de la edad del Bronce Antiguo, es decir, artefactos posteriores al Neolítico y a los grandes dólmenes. Esta cronología la confirmaron dataciones de carbono 14, que fecharon al individuo principal y a la mayor parte de los inhumados en la segunda mitad del III milenio a.C. (Calcolítico Campaniforme) así como también los otros dos individuos en la primera mitad del II milenio a.C. (Bronce antiguo)».
El análisis de ADN del individuo principal campaniforme y de otro de la Edad del Bronce ha revelado que pertenecían a un linaje compuesto por la mezcla de personajes originarios de las estepas rusas que, como se sabe, se movieron en esta época por toda Europa, y poblaciones locales. Además, la presencia del botón de marfil y de los adornos de oro, unos curiosos objetos con decoración repujada de líneas dispuestas en franja, que son típicamente británicos, sugieren que nos encontramos ante un personaje prominente muy probablemente relacionado con otros personajes similares del resto del continente mediante redes de solidaridad elitista y de intercambio de bienes de prestigio. Todo ello son pruebas de que durante el Calcolítico campaniforme existió una organización social más desigual que la que hubo en la época neolítica de los grandes dólmenes.
En el panel informativo al pie del dolmen, que cuenta con fotografías y una reconstrucción del túmulo con la disposición de las fosas, el menhir y el enterramiento principal que explica a la perfección su diseño, se explica que el enterramiento primitivo sufrió diversos saqueos y que fue visitado en época histórica «como atestigua una moneda de vellón resellada en el siglo XVI».