El mundo pone ojitos al Cid

A.S.R
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La presentación online del libro de David Porrinas sobre Rodrigo Díaz de Vivar orquestada por la Sociedad Chilena de Estudios Medievales habla del poder de seducción del caballero burgalés en la esfera internacional

El Cid es el personaje medieval español más conocido fuera del país. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Es imposible poner puertas al poder de seducción del Cid. Su figura se salta todas las fronteras y encandila al mundo, desde el más próximo, como Francia, Alemania, Holanda y el resto de Europa, hasta el más lejano, con batallas ganadas al otro lado del Atlántico, desde Estados Unidos a Latinoamérica. La presentación online del último libro de David Porrinas, El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra, orquestada por la Sociedad Chilena de Estudios Medievales para el 11 de junio, habla de la proyección internacional de este personaje. Podría ser un caso aislado. Pero no es así. El gerente del Consorcio del Camino del Cid, Alberto Luque, confirma el interés que despierta el que en buena hora nació. Un éxito que viene de lejos. 

«De la importancia internacional del Cid nadie duda. Es el personaje medieval español mejor conocido fuera de nuestras fronteras. Este conocimiento proviene por muy variadas vías, como las literarias, desde el Cantar de mío Cid hasta Sidi, la última novela de Reverte; las musicales, desde óperas, con más de 40 con él como protagonista, hasta el heavy metal; o las cinematográficas, de El Cid, de Anthony Mann con Charlton Heston y Sophia Loren, hasta la serie que estrenará mundialmente Amazon a finales de año. Estas manifestaciones se extienden a otras artes, como la escultura, con estatuas del Cid, además de en diversas ciudades españolas como Burgos, Valencia o Sevilla, en San Diego, Nueva York, San Francisco o Buenos Aires. Ya aparece en los primeros fotogramas de Ciudadano Kane, de Orson Wells, de 1941», aboceta Luque el atractivo perfil que el héroe castellano muestra más allá de su cuna al tiempo que añade los numerosos estudios históricos que ha propiciado, una parte importante con firma extranjera como la de los británicos Alan Deyermond, Richard Fletcher o Colin Smith.

Dos nombres propios destacan en la nómina de quienes han caído rendidos a los pies del Cid: Archer Milton Hungtinton, fundador de la Hispanic Society de Nueva York, quien ya a finales del siglo XIX recorrió España tras sus pasos, y, sobre todo, el dramaturgo francés Pierre Corneille, que en 1636 escribió Le Cid, sobre los trágicos amores de Rodrigo y Jimena, convertido en uno de los clásicos de la dramaturgia gala y que provocó la incorporación del Cid al panteón de personajes literarios franceses. 

«Muchos de los que acuden a nuestro país a recorrer el Camino del Cid se sorprenden de que, además de personaje literario, existiera uno histórico en el que está basado», observa y confiesa que a él le asombra que en el país vecino lo conozcan y defiende como un gran mérito que lo tengan como suyo, «aunque, por supuesto, está alejado del contorno histórico, y es de carácter romántico, en el que prevalecen sus amores con Jimena».

El retrato que dibujan los creadores foráneos es más benévolo que el de sus compatriotas. «Aquí estamos condicionados por el uso que del personaje se ha hecho a lo largo de la historia, mientras que la aproximación del extranjero está exenta de prejuicios. A ellos los interesa con independencia de que sea realidad y leyenda. Los embarca en su época y en un espacio territorial que para muchos es desconocido como es el interior de España», expone y remarca que lo miran con admiración, como un héroe medieval con todas las connotaciones y un caballero que, de alguna manera, se subleva contra el poder establecido. 

La controvertida figura levanta pasiones en Europa, Estados Unidos y también en Latinoamérica. El Consorcio Camino del Cid recibe muchas consultas desde allí. El gerente apunta divertido que algunos con el apellido Díaz de Vivar «se consideran descendientes por extraños vericuetos sanguíneos imposibles de demostrar». Asociaciones cidianas hay en México y Argentina y la más activa es la bonaerense Cid Campeadorianos del Mundo. «Han promovido actuaciones como dotar de una nueva iluminación a la estatua de su ciudad y acostumbran a fotografiarse con una pequeña escultura del Cid en destinos lejanos como la muralla china o la base Marambio en la Antártida». 

Tras este diario de conquistas internacionales, el Cid puede presumir no de haber ganado una batalla después de muerto, sino de seguir haciéndolo.