El buitre negro (Aegypius monachus), la rapaz de mayor envergadura de Europa, habita, cría y vuela en libertad en la provincia de Burgos, más de 60 años después de su desaparición. Sus enormes nidos -con sus primeros polluelos a punto de volar o afrontando sus primeras salidas- coronan los grandes pinos de los valles más remotos de la Sierra de la Demanda en Burgos y La Rioja e incluso las sabinas de la vecina comarca del Arlanza. El proyecto Monachus, enfocado a la reintroducción de la gran ave necrófaga en la parte norte del Sistema Ibérico y localizado en las montañas de Huerta de Arriba, ha alcanzado su madurez. Tras seis años liberando aves a este bellísimo entorno natural, hoy ya convive en el mismo una colonia integrada por entre 23 y 24 parejas capaz de reproducirse, mezclarse con otras colonias e incluso constituir otras nuevas en otros territorios.
El éxito de programa Monachus, gestionado por Gefra (Grupo de Estudio de Medicina y Conservación de los Animales Silvestres), no se entiende sin atender a su dimensión local, nacional y también europea. Huerta de Arriba se ha volcado con esta iniciativa y, casi sin pretenderlo, se ha convertido en protagonista de uno de los proyectos de recuperación natural más ambiciosos y modélicos.
Este pueblo de apenas medio centenar de habitantes es hoy el nexo de unión de las nuevas poblaciones de buitre negro radicadas en el Macizo Central de Francia, los Alpes provenzales y marítimos, Bulgaria, los Pirineos catalanes y, por el sur, las sierras de Guadarrama y Gredos y Monfragüe, donde se localizan buena parte de las 3.000 parejas que habitan la Península Ibérica. En un futuro, La Demanda se conectará con otros puntos de reintroducción previstos en Castellón/Tarragona y la sierra de Cabrejas (Soria/Zaragoza).
Ernesto Álvarez, presidente de Grefa, recuerda que, en 2015, cuando se diseñaron los planes para instalarse en Huerta de Arriba, se tuvo muy en cuenta esta ubicación estratégica en el mapa. Pese a ello, ironiza, han sido las propias aves las que han dejado claro que no tienen fronteras ni saben de mapas.
Tres ejemplares liberados en Burgos, anillados y dotados de sistemas de geolocalización (GPS), han realizado vuelos hasta Noruega, los Alpes (como fue el caso de Bubu) y hasta la frontera de Mauritania y el norte de África, donde fue y desde donde regresó Cid, ejemplar liberado en el año 2019.
Es imposible poner puertas al cielo y más a un ave de casi 3 metros de envergadura, más de 7 kilos de peso y que puede superar los 40 años de vida (si le dejan), que es capaz de planear cientos de kilómetros sin apenas consumir energía. El biólogo Davide Montanari y Ana María Sáez, vecina, ganadera de Huerta y voluntaria de Grefa, lo saben perfectamente y por ello acuden todos los días al Punto de Alimentación Específica, el PAE, para depositar la carroña necesaria para alimentar a las aves liberadas y, sobre todo, para concentrarlas y favorecer el fortalecimiento de la colonia de la Sierra de la Demanda.