«Los bosques tienen memoria y cuantas más sequías reúnan en su historial, más probabilidad tendrán de sucumbir». Esta conclusión, a la que llegan diversos expertos tras estudiar los cambios que la sequía está produciendo en la flora de la península ibérica, debe mover a la reflexión tanto a los gestores de los montes como a sus propietarios y a los vecinos de municipios como estos de la Demanda, con una vida tan ligada a sus pinares y a la madera que de ellos extraen.
En el Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Delegación de Burgos sí están «preocupados» por una plaga inédita. «No hay antecedentes y menos a estas cotas de altitud... Algo está pasando. Llámalo tendencia climática, llámalo cambio climático, pero algo pasa», resume Carlos Mata, ingeniero de la Sección de Gestión Forestal y director técnico delParque Natural Lagunas Glaciares de Neila. De momento, los daños del ips acuminatus solo se han confirmado en Neila yHuerta de Arriba, y de las que tienen constancia en otras comunidades comoLa Rioja. En una zona de Salas de los Infantes se perciben los efectos de la sequía, aunque «todavía no hemos constatado que haya» coleópteros en número tan dañino. Porque haberlos, siempre los ha habido, pero con las elevadas temperaturas, en vez de un ciclo o ciclo y medio que completan en un año normal, en este han sido hasta 3. «Por eso se disparan las poblaciones».
Al margen de atajar la proliferación de insectos allí donde aparezcan, a largo plazo la solución puede pasar por plantearse «introducir especies con menos requerimientos de precipitación, con más capacidad de soportar temperaturas elevadas de manera gradual» que el pino silvestre, como puede ser el pino pinaster, quizás no en Neila, pero sí en solanas de Quintanar de la Sierra o Regumiel, donde los cambios de temperatura son mucho más bruscos. Mata lanza esta idea consciente de que genere reticencias, porque esas nuevas especies tienen sus contras, como que una menor producción de hongos y setas o que son más inflamables.