No estaban muertos, se hallaban en letargo: el rock nunca muere, y menos aún el que atesora destellos de acerado metal. Vuelven dos clásicos del heavy y el rock and roll, el Valdorrock, uno de los festivales pioneros del metal, y el Montorock, iniciativas finiseculares que quisieron adentrarse en el XXI dando ruido desde sendos pueblos con pocos habitantes. Aunque parecieron extinguirse, regresan ambos ahora por sus fueros, sin duda impulsados por esa legión infinita de apasionados del rock duro -una legión siempre incombustible y fiel- y el entusiasmo de aquellos vecinos que, dando igual cuáles sean sus gustos musicales, siempre vieron en estas citas una manera de poner a sus pueblos en el mapa, cada vez más vacío por la sangría de la despoblación. Rock contra el silencio. Rock para conjurar ese vaciamiento terrible. Música para la vida.
El Valdorrock, que se celebrará el próximo sábado 7 de octubre, regresa «con enorme ilusión» después de que celebrara su última edición en el año 2010. Explica Laura Sagredo, una de las responsables del festival, que se ha aprovechado que se han dado todas las circunstancias para resucitar una cita «que llegó a convertirse en un referente tanto en Burgos como fuera de Burgos». Y que esperan que, aunque no se alcance el éxito de algunas de aquellas fabulosas ediciones (por Valdorros pasaron Barón Rojo y Obús, entre otras bandas de referencia) sí esperan una buena acogida. «El Valdorrock siempre estuvo ahí; de alguna forma es el germen, el origen del Zurbarán Rock. Difundimos el heavy metal. Vimos la oportunidad de resurgir y encontramos los apoyos necesarios, desde el Ayuntamiento hasta la Diputación y otras empresas y entidades. Había un sentimiento generalizado por hacer resurgir este festival. Durante años, a Valdorros se le conoció por este festival», subraya.
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