La primera quincena de enero ha permitido comprobar que este invierno volverá a ser complicado para las personas con alergia al polen de las cupresáceas, que es el que sueltan los cipreses, enebros, secuoyas o los setos; especies que, por otra parte, cada vez se emplean más en jardines públicos y privados. De hecho, Burgos no solo ha registrado ya dos jornadas con valores tan altos como para provocar malestar en las personas alérgicas, sino que esos niveles de grano de estas variedades en el ambiente fueron los segundos más elevados de España, solo por detrás de los alcanzados en Madrid.

El invierno del 2024 fue muy complicado para los alérgicos a este tipo de polen, que protagoniza la temporada de alergias del invierno y que nada tiene que ver con la de finales de primavera, que la causa el polvillo de las espigas (gramíneas). Y el hecho de que en dos eneros consecutivos se registren concentraciones importantes de polen de cupresáceas en el ambiente se debe, en gran medida, a la variación de temperaturas en la estación más fría del año, con muchas más jornadas secas y de temperaturas suaves -o incluso cálidas- de lo que era habitual.

Así, en el 2024 Burgos llegó a multiplicar por cinco los valores que la Sociedad Española de Alergología considera 'muy altos' (más de 135 granos de polen de cupresáceas por metro cúbico) y alcanzó máximos no registrados en ningún otro punto del país. En este enero no se ha llegado todavía a ese punto, pero sí se han detectado concentraciones suficientemente elevadas como para que los alérgicos se sientan mal en dos jornadas: el sábado 4 de enero (137 granos) y el pasado viernes, 10 de enero (91 granos, siempre por metro cúbico).

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