Francisco Muro de Iscar

MUY PERSONAL

Francisco Muro de Iscar

Periodista


Primates, somos primates

02/10/2023

Ya escribí en su día sobre el brillante y esclarecedor discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua del paleontólogo José María Bermúdez de Castro, tras su enorme labor en Atapuerca. Decía entonces el nuevo académico que aunque estemos convencidos de nuestra singularidad como especie, nuestro parecido con nuestros ancestros los chimpancés y otras especies de primates es extremo. También dijo, con datos y argumentos, que los chimpancés practican la política y no de manera muy diferente a la nuestra, con habilidad y astucia, con alianzas para conseguir el poder o mantenerlo, y también si es preciso, con pactos contra natura o con violencia. Eso sí, nos mejoran en muchas cosas: tienen empatía, siguen a rajatabla las reglas sociales del grupo, tienen un sentido muy claro de la equidad en el reparto de los recursos, cultivan la amistad, en la senectud se ríen a carcajadas, sonríen ante situaciones hilarantes y hasta envejecen con una calidad de vida satisfactoria.

Ahora en una entrevista reitera que "somos primates, primates con una tecnología que cada vez es más compleja que, por un lado nos favorece y por otro nos pone en peligro (...) y no evolucionamos biológicamente tan deprisa como para poder utilizarla racionalmente". No sé porqué al escucharle me han venido a la cabeza los últimos sucesos en los que algunos primates políticos, tan escasamente evolucionados como la mayoría de nosotros, han copado las portadas de los periódicos y de las televisiones por sus insultos, sus faltas de respeto o su descalificación del adversario. Lo peor de los chimpancés sin nada de lo mejor. Diputados como Óscar Puente, cuidadosamente seleccionado con semanas de antelación por Pedro Sánchez para evitar enfrentarse con Núñez Feijóo y procurarle un contendiente agresivo e insultante, se transforman cuando un ciudadano le hace una pregunta sobre la amnistía de Puigdemont. Y no responde con palabras sino llamando a la policía. Otros, como el concejal Viondi, no se limitan al insulto sino que dan tres cachetes al alcalde de su ciudad, como si fuera un compañero de patio de colegio. Y el secretario de Organización del PP, Miguel Tellado, ha llamado a Puente "matón de colegio". Los insultos en política son cada vez más frecuentes, en los parlamentos y fuera de ellos. Y cuando los políticos se convierten en insultadores, los ciudadanos empiezan a serlo también.

Hay multitud de ejemplos. Un político socialista ha llamado "unineuronal" y "genocida" a Ayuso y otro alto cargo del partido ha calificado de viejos y desleales a González y a Guerra, a los que nunca llegará a parecerse para desgracia de todos nosotros. Pablo Iglesias y algunos de los suyos han practicado el insulto y la descalificación como arma de destrucción del contrario. La derecha, especialmente la extrema, tampoco se libra de este modo primate de hacer política y decir de Irene Montero, como hizo una diputada de Vox, que "solo ha estudiado en profundidad a Pablo Iglesias" es tan bajo y rastrero, como sugerirlo mucho antes de Ana Botella, como hizo Pablo Iglesias.

Deberíamos acostumbrarnos a respetar al otro. No sólo al diferente, no sólo a la mujer. Al otro, a cualquier otro. Siempre. Y eso deberíamos aprenderlo en la familia, desde que somos pequeños, y en el colegio. No parece que avancemos bien y menos en la política. Bermúdez de Castro dice que "hacemos tonterías todos. Hacemos bobadas, pero eso forma parte de nuestro comportamiento, del comportamiento primate normal". No sé si me tranquiliza. No somos singulares, somos primates egocéntricos, chulescos y narcisistas. Y algunos parece que son más primates que la mayoría. Y encima los jalean y los aplauden.

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