La sangría es imparable. Desde hace 50 años, cuando las industrias se asentaron en las capitales y el salario de las fábricas sustituyó a los frutos de la agricultura y la ganadería, el éxodo del campo a la ciudad dio un vuelco a la demografía contra cuya tendencia nada han podido hacer ni las crisis ni las administraciones con sus diversos programas de asentamiento poblacional. 

El medio rural burgalés perdió a decenas de miles de jóvenes y con ellos su futuro. Sin familias con hijos no hay posibilidad de relevo generacional, y sin él solo queda esperar que la población envejezca, irremediablemente muera y vaya mermando poco a poco el censo hasta quedar despoblado.

En esa situación se encuentran cada vez más núcleos de la provincia de Burgos, que año a año engrosan la lista de pueblos amenazados de desaparición. En la última estadística del INE, correspondiente a la población de 2013, un total de 254 unidades poblacionales de la provincia de Burgos tenían 10 o menos habitantes, frente a las 206 que estaban en su misma situación en 2003.

El listado, que puede consultarse en esta página, no incluye aquellos núcleos que bajo la denominación de ‘diseminado’ reflejan caseríos o fincas aisladas. Si lo hiciéramos la estadística se dispararía hasta casi las 800.

El incremento en el número de localidades en riesgo cierto de abandono supone porcentualmente un 22 por ciento más que hace solo una década y supone que alrededor de una quinta parte de los 1.250 núcleos de población que componen la atomizada provincia de Burgos cuentan entre sus habitantes con menos de 10 vecinos censados.

 

con uno o ninguno. Especialmente amenazados están aquellos que, siempre según el padrón oficial del Instituto Nacional de Estadística, cuentan con un solo habitante. Es el caso de Presillas (Alfoz de Bricia), Arana (Condado de Treviño), Valmayo (Merindad de Cuesta Urria), Lorilla (en Sargentes de la Lora), Oseguera (Valle de Mena) o Villamorón (en Villegas). Todos ellos penden de un hilo, pues cualquier variación les hará quedar como pueblos definitivamente despoblados, de los que la provincia ya tiene unos cuantos. En ese listado en el que la columna «población» aparece con un 0 en el casillero hay actualmente 37 casos, cuatro más que en 2003. 

Bárcena de Bureba, Linares de Bricia, Villanueva-Carrales, Villalta, Loranquillo, Castil de Carrias, Valdearnedo, San Otero, Villota, Betares, Ael, Casares, Valdelacuesta, El Rebollar de la Merindad de Sotoscueva, Puentes de Amaya, Hontoria de Riofranco, Retortillo, El Molino de Tubilla del Agua, La Abadía de Mena, Martijana, Berrandúlez, La Azuela, Bárcena de Mena, Estación, Santiuste, La Roza, Las Campas, Llano de Mena, Pantano, San Bartolomé, Río de Mena, Ro, Ventades, Quintanilla Socigüenza, Villarias yLa Cabañuela engrosan ese listado que sufre altibajos cada año pero que poco a poco va creciendo.

Elías Rubio, en su libro Los pueblos del silencio que es toda una enciclopedia del abandono del medio rural de la provincia, dice que la marcha de su último habitante es «el momento más trágico y sublime en la vida de un pueblo».  Quizás hoy mismo se esté produciendo uno nuevo. 

 

LISTADO DE LAS LOCALIDADES EN RIESGO (10 O MENOS habitantes), NO DESPOBLADAS