La madera de Quintanar vuelve a Trafalgar

R. PÉREZ BARREDO / Regumiel-Quintanar
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La Cabaña Real de Carreteros se suma al proyecto para reconstruir el 'San Juan Nepomuceno', un navío del siglo XVIII que combatió en la histórica batalla que enfrentó a francoespañoles y británicos

El proyecto que se quiere poner en marcha es de una gran envergadura y llevará años ejecutarlo. - Foto: Patricia

«Si la Real Armada escogió los bosques de Quintanar de la Sierra para construir sus barcos sería por algo». Hay muy pocas personas que atesoren el convencimiento, el entusiasmo y la pasión que siente Antonio Martín Chicote, presidente de la Cabaña Real de Carreteros, por el vínculo de la madera de estos bosques de la sierra burgalesa con la historia naval de España.No es para menos: no puede comprenderse esta comarca sin esa relación secular que Chicote y sus compañeros llevan tantos años reivindicando con orgullo y trabajo. Pura memoria obstinada y tan pertinaz como la resina con la que se hacen el alquitrán y la pez, elementos sin los que ningún barco de madera hubiese podido hacerse nunca a la mar. El colectivo carreteril, que agrupa a medio centenar de socios, siempre está involucrado en proyectos que reclaman una atención especial por ese pasado de relumbre que convirtió estos montes en el principal suministro, durante el siglo XVIII, de la Armada española.

Están ahora los carreteros ilusionados con el último, que es ambicioso a más no poder: la reconstrucción a escala real de uno de los navíos más históricos de cuantos surcaron la mar océana bajo bandera española: elSanJuan Nepomuceno, barco construido en el último cuarto del siglo XVIII que desempeñó un papel esencial en una de las batallas navales más trascendentales de todos los tiempos, la librada en costas gaditanas, en Cabo Trafalgar, en 1805, donde fue apresado por la flota británica tras rendirse después de combatir arduamente; tanto, que fueron necesarios seis barcos enemigos.Este navío de línea de 74 cañones que capitaneó en tan negra jornada el fantástico marino vasco Cosme Damián Churruca, sirvió posteriormente como pontón en Gibraltar y como lugar de recepción de autoridades; hasta su desguace en 1818, cada persona que subía a bordo debía destocarse como muestra de respeto al valeroso marino español.

«Es un proyecto espectacular. Además, se va a poder emplear madera del cambio climático, esas vigas fabulosas de dos siglos que han perdido su valor en el mercado pero que es una madera espectacular.El Nepomuceno necesitará 2.000 toneladas de madera; es un proyecto gigantesco que tardará muchos años en realizarse», explica Chicote. Este ambicioso proyecto lo impulsa la Asociación para la reconstrucción del 'San Juan Nepomuceno', colectivo que agrupa a historiadores, ingenieros navales o arquitectos que tienen un anhelo: crear un símbolo con el que contar la historia del siglo XVIII, las hazañas y las tecnologías navales que distinguieron a los españoles de sus antagonistas y aliados.

Replicarán un navío del siglo XVIII con madera de Quintanar Replicarán un navío del siglo XVIII con madera de Quintanar - Foto: PATRICIA

Una comitiva de esta asociación visitó recientemente Quintanar de la Sierra y un aserradero de Regumiel, donde aguardan ya espectaculares troncos que podrían pasar a formar parte de la estructura de ese navío. «Aquí tenemos pinos de diez, doce metros que son enormemente valiosos; quizás para el mercado del mueble no sea una madera apreciada, pero para este proyecto es perfecta», señala Chicote. «Hablamos de pinos que ya existían en tiempos del San Juan; cuando los vieron quedaron encantados porque es una madera asequible económicamente. Es difícil que puedan encontrar una madera así en cualquier otro sitio.Es madera de la época de la Armada», apostilla el presidente de los carreteros.

«Estos pinos, aunque mueran en el monte, tienen un principio activo, un sistema inmunológico que los protege. Por eso duran doscientos o trescientos años. Pinos de otros lugares no resisten tanto. Estos árboles son una maravilla». El historiador e investigador naval Guillermo Nicieza ha escrito: «La cultura naval y los barcos de vela son inherentes a nuestra cultura y nuestra historia, y es por ello que deberían estar al alcance de todos los españoles y seguir desarrollándose a la misma velocidad e intensidad de los últimos siglos. Desgraciadamente, a diferencia de británicos y franceses, que aún enarbolan su pabellón y su historia marítima a mucha honra, parece que en España, tal es la percepción de algunos, su interés ha ido decayendo. Sin embargo, esta percepción no deja de ser la ilusión de un monstruo marino que no existe. Realmente, el interés marítimo en nuestro país no solo no decrece, sino que ha aumentado en los últimos años, gracias en gran medida al Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada, a la red de Museos y Archivos Navales y a las asociaciones que fomentan el mejor conocimiento de nuestra historia naval mediante documentales, exposiciones, visitas a buques, festivales navales, recreación de uniformes y batallas,patronazgo de artistas e investigadores del ámbito naval, y un largo etcétera». 

Para Nicieza, la reconstrucción del San Juan Nepomuceno es un proyecto perfecto como «navío-museo capaz de acercar alos visitantes, aunque sea de forma temporal y superficial, a la vivencia y experiencia deser la primera potencia marítima y lo que fue construir los mejores y más bellos buques de la historia de la Edad de la Vela. El San Juan Nepomuceno fue el paradigma en el que se unieron técnica y arte para crear una joya de la tecnología naval española y francesa. El proyecto de construcción del navío San Juan Nepomuceno, además, supondrá la colaboración de varios equipos multidisciplinares de primer nivel y cuenta con un enfoque transversal. A la precisión histórica en cuestión de planos, maderas, metales y otros componentes fieles para su construcción se suma el orgullo de que se trata de un proyecto enteramente español y la demostración de la buena posición de la ingeniería naval española actual para abordar un proyecto tan complejo como éste, tal y como hicieron aquellos ingenieros a mediados del siglo XVIII».

La Cabaña Real de Carreteros se ha puesto a disposición de quienes lideran este proyecto, que quieren presentar como apoyo a la Capitalidad Cultural de Burgos para el año 2031. «Como iniciativa previa para animarlo, queremos hacer el acarreo de un mástil, en tiempo real con yuntas bueyes serranos y tudancos cántabros desde Quintanar hasta Santander por la vía verde delSantander Mediterráneo. Sería más de un mes de cultura carreteril que, esperamos, abra caminos politicofinancieros para que este proyecto llegue a buen fin», apunta Chicote. No sólo serán pinos, claro. La Cabaña Real de Carreteros podrá a disposición del Nepomuceno el alquitrán y la brea que sean necesarias, que para eso reconstruyeron uno de los treinta hornos que funcionaron en los montes de Quintanar, y que es una joya etnográfica de primera magnitud.

No en vano, el alquitrán de pino era el ingrediente esencial para calafatear los barcos. La brea se aplicaba en todas las piezas de la estructura y la superficie con el fin de proteger la madera de la humedad y era imprescindible para impermeabilizar las juntas entre las tablas del casco.La pez, que se obtiene a través de la cocción de teas (astillas de pino impregandas de resina), se obtiene principalmente de viejos tocones. Nadie como los miembros de la Cabaña Real de Carreteros sabe elaborarla como se hacía en aquella época, como demuestran regularmente. Otros proyectos como el de la construcción de la nao San Juan en Pasajes, ballenero guipuzcoano que se hundió en la costa de Terranova, dan fe de la importancia del alquitrán y la pez que se fabrica en este fantástico horno de Quintanar.