El territorio de la DO Ribera del Duero se enfrenta a una vendimia en la que la toma de decisiones va a ser clave para obtener la personalidad en los vinos que busca cada bodega. Las últimas lluvias han retrasado la fecha estimada de inicio de los trabajos en torno a una semana, esperando que las cepas aprovechasen las primeras precipitaciones, pero las de esta última semana plantean un nuevo dilema. «Este mes habrá caído aquí entre 30 y 35 litros que, en principio vinieron bien, pero ahora que el sol no calienta por el día y no se va la humedad, se corre el riesgo de sufrir botritis», analiza el panorama Noelia Callejo, enóloga de Bodegas Félix Callejo, que ya ha comenzado a recolectar alguna de las 27 parcelas que tienen repartidas por el término de Sotillo de la Ribera.
Y lo han hecho por una de suelos calizos, en la que en 10 hectáreas situadas a 930 metros de altitud, hay plantado un 25% de merlot y el resto de tinta fina. «Estos suelos mantienen muy bien la humedad y la temperatura, por eso madura esta parcela antes que otras», especifica la enóloga. En esta bodega trabajan con rendimientos muy bajos que, este año, lo va a ser aún más. «El límite lo fija el Consejo Regulador en 7.000 kilos por hectárea, nosotros solemos coger unos 3.500 kilos, y este año no creo que llegaremos a los 2.000 de media», pone las cifras Noelia Callejo para ejemplificar la reducción de cantidad en esta vendimia.
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