Acción Musical Burgos nació hace ocho años con la misión de retomar la labor de la Sala Estudio 27. Un grupo de enamorados del rock en el sentido más amplio se pusieron la capa de súper héroes para no dejar caer la programación de bandas que se mueven en los márgenes, lejos de los circuitos comerciales. Poco a poco, cual hormigas, lo han conseguido. Sí consideran, porque así se lo han hecho llegar, que han contribuido a la ebullición de conciertos que se vive en la actualidad a orillas del Arlanzón. Desean que la escena no decaiga. Y este viernes inician la agenda de 2025. Lo hacen con E.T. Explore Me, un trío neerlandés que plantea un rock loco, con pinceladas de new wave, psicodelia, electrónica y rock primitivo.
Tocarán en la Sala Riviera, en el paseo del Espolón, a las 22 horas (entradas: 12-15 euros, a la venta en Blonde, Fanclub, E330, La Playa y la misma sala). A este mismo escenario subirán el cuarteto madrileño de power-pop punk Varonas, en principio, el 15 de febrero, y Cápsula, una veterana banda argentina de rock psicodélico y punk, vieja conocida del público burgalés, en marzo, con la fecha aún por cerrar. Mayo y junio también tendrán su cita.
El colectivo se plantea programar un concierto al mes. Ni quieren sobrecargar ni contraprogramar. «Intentamos no pisarnos los unos a los otros, sobre todo si son propuestas del mismo estilo, porque hay una actividad cultural bastante interesante y potente ahora, lo cual es maravilloso», expone la presidenta de Acción Musical Burgos, María Ordóñez, quien aplaude que las propias salas y los promotores programen sin que nadie los espolee y que los artistas tengan a la ciudad como referencia.
En su entusiasta análisis de la situación, el único pero que pone es la falta de espacios donde llevar sus actuaciones porque la oferta de grupos anda sobrada. Será por bandas... Cada vez son más las que llaman a sus puertas, porque en este tiempo han desarrollado una labor de asesoramiento y ayuda a todo el que quiere pasar por la ciudad. «Los grupos están en la carretera. Están haciendo mucho directo, aunque sí es cierto que los cachés cada vez son más altos. Están viendo que es la forma de que los salga rentable meterse en gira, por los altos precios de gasolina y alojamiento. Para desplazarse de un sitio a otro deben tener agenditas bien llenas», disecciona feliz de ver a los creadores a tope, igual que al público. «En Burgos sí existe una masa de gente que va a conciertos, pero como hay tantos eventos, se tiene que repartir y se nota», detalla e insiste en que esta agitación cultural es lo mejor que puede pasar a la capital burgalesa.
Y entre sus hacedores se encuentra este colectivo, que mantiene alto el espíritu de Estudio 27.