Las últimas prospecciones y excavaciones realizadas en la ciudad romana de Flavia Augusta, en Poza de la Sal, aclaran que sus imponentes dimensiones superaron las diez hectáreas de terreno, y confirman con las pinturas murales y la gran base de una columna hallada en otra construcción que sus habitantes poseían un elevado nivel adquisitivo. En una ubicación privilegiada, entre los límites de Cerro Milagro y la Torca Salada del Río Homino, actualmente rodeada de fincas de girasol, se estableció hace dos mil años un gran asentamiento del que actualmente rescatan infinidad de restos.
El equipo de arqueólogos dirigido por Esperanza Martín ha comenzado a desenterrar del pasado fragmentos de piezas que decoraban una segunda vivienda de «unos 500 metros cuadrados», situada en una zona elevada al otro lado de la carretera que une a la villa salinera con Oña. Eligieron dicho espacio porque las investigaciones previas desvelaron que se trataba de un lugar que podía resolver ciertos misterios aunque por el momento desconocen si se trata de una vivienda de uso particular o un edificio público. El descubrimiento en el yacimiento de la primera columna hace pensar a los profesionales que, o bien «pertenecía a una familia muy rica porque ese tipo de decoración no era habitual en viviendas normales, o que realmente fuera una construcción oficial», comenta la directora del proyecto.
El estado actual del suelo, completamente «compacto y duro como el cemento», ralentiza el día a día de los arqueólogos. Los esquemas localizados son de una «riqueza superior a los del año pasado hallados en la Casa de las Flores, pero su deterioro es bastante mayor precisamente porque no se conservaron en una habitación. «Los fragmentos de pintura son pequeños porque en el momento del derrumbe, que sabemos que ocurrió a partir del año 337 después de Cristo porque han aparecido monedas de ese año, arrastró todo ladera abajo», esclarecen lo expertos.
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