Un mercadillo para sanar vidas rotas

G.G.U. / Burgos
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Nuevo Futuro confía en recaudar 6.000 euros este fin de semana con su tradicional iniciativa

En los puestos se vende casi de todo: desde libros hasta mobiliario, alfombras o, como en la foto, manteles y lana. - Foto: Jesús J. Matías

«El Quijote no es solo un libro, es un estilo de vida, que nos enseña a trascender día a día y a vivir con una ilusión, esperando un mundo mejor. Y, sobre todo, que ese mundo es posible cuando se lucha por él, aunque haya que hacerlo contra gigantes». Con estas palabras resumió la presidenta de Nuevo Futuro en Burgos, Josefina Martín Berdugo, el cometido de esta entidad en la provincia desde hace 35 años, siempre con el objetivo de proporcionar a niños y adolescentes separados de sus familias -por diferentes motivos- aquello de lo que carecen por falta de esa red familiar. En el camino hacia este propósito, el mercadillo solidario ha sido siempre uno de los grandes hitos. Y este año no parece ir a ser menos.

Voluntarias de Nuevo Futuro y autoridades inauguraron ayer esta iniciativa solidaria, que se extenderá a lo largo de todo el fin de semana en el claustro del Monasterio de San Juan y que, como siempre, recauda fondos que se destinan «al 100% a la atención de los niños».

Nuevo Futuro tiene dos pisos en la capital y un tercero en Aranda, cada uno con seis plazas y, en este momento, todas ocupadas. La acogida a menores en riesgo de desprotección obliga a trabajar codo a codo con la Administración y, especialmente, con la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta. De ahí que el delegado territorial, Roberto Saiz, aprovechara el momento para destacar «la labor impagable de Nuevo Futuro, de atención y complemento para los servicios sociales, incansable y del día a día».

Para dar la atención que niños y adolescentes necesitan, la entidad cuenta con 12 empleados (cuatro por cada una de las viviendas) y el resto se asume con voluntarios. Las necesidades son muchas y en constante cambio, a medida que también evoluciona la sociedad. De hecho, la vicepresidenta de la asociación, Begoña Areizaga, destacó que mientras que hace 25 años «los niños llegaban con hambre, lo cual se resuelve con rapidez; ahora, muchas veces, vemos niños no queridos. Incluso maltratados. Que es mucho peor que el hambre», señaló, para matizar que también ven casos de adicción, tanto en críos como en sus familias.

De ahí que el rastrillo solidario se considere una gran oportunidad para conseguir recursos para esos niños y niñas. En la última edición recaudaron 6.000 euros y, ahora, confían en repetir. Entre los obsequios expuestos -muchísimos- puede encontrarse casi de todo: desde libros a 3 euros a una máquina de coser Singer por 150 euros. «Burgos se porta siempre genial con nosotras», dijo Martín Berdugo, invitando a los burgaleses a colaborar.