Atacar siempre, nunca disculparse y jamás admitir una derrota. Estas son las lecciones que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprendió de joven y ha vuelto a poner en práctica durante la campaña electoral para regresar a lo más alto de la Casa Blanca. Un manual que ha guiado su vida hasta ayer, cuando el maestro de la provocación arrasó a su contrincante demócrata, Kamala Harris, en unos comicios donde dilapidó las proyecciones de los sondeos previos, que auguraban un resultado igualado.
En su tercera candidatura a la Presidencia de EEUU, el magnate, de 78 años, ha logrado reflotar una carrera política que parecía acabada cuando en 2021 salió derrotado de Washington con un país dividido por su polémico mandato que tuvo un final explosivo con el posterior asalto al Capitolio. Para Trump, el duelo con Harris no ha significado solo una oportunidad para reescribir su legado, sino también una cuestión casi de supervivencia personal, dado que volver al poder le podría permitir eludir las cuentas pendientes que tiene con la Justicia.
Su vida siempre ha estado envuelta en la controversia. Nacido de una familia descendiente de alemanes, el dirigente se licenció en Finanzas y, a los 28 años, tomó el relevo de la inmobiliaria de su padre, construyendo un imperio millonario no exento de polémica por deudas y evasiones de impuestos.
Pero su carrera política no podría explicarse sin la fama que adquirió gracias al mundo de la farándula y la televisión. Cuando en 2015 anunció su primera carrera presidencial, el Partido Republicano se lo tomó como una broma, pero su imagen de outsider lo catapultó a la nominación. Prometió construir un muro fronterizo y, contra todo pronóstico, ganó las elecciones de 2016 a Hillary Clinton. El magnate había logrado conectar con la clase trabajadora blanca que se sentía víctima de la globalización y quería hacer «Estados Unidos grande de nuevo».
Cuatro años incendiarios
Desde que llegó al poder, Trump abrazó el insulto y la confrontación como estilo político y gobernó a golpe de Twitter.
La cuestionable gestión de la pandemia y los disturbios raciales dinamitaron su reelección, que meses antes parecía asegurada por el buen desempeño económico. Perdió en 2020 contra Joe Biden aunque, fiel a su estilo, nunca admitió la derrota y difundió la mayor de sus mentiras: la del fraude electoral.
Todo pareció terminar cuando una turba de fanáticos trumpistas asaltó el Capitolio en enero de 2021, en un último intento frustrado de frenar la transición de poderes.
El resurgimiento
Pero el magnate nunca desapareció de la primera línea, sino que capitalizó el descontento por la elevada inflación y utilizó a su favor sus varios líos judiciales.
Sin moderar su retórica, arrasó en las primarias del Partido Republicano y sobrevivió a dos intentos de asesinato en campaña, culminando con la victoria de ayer su ansiado regreso a la Casa Blanca.