Es un hecho. Amaral ha encontrado su segunda casa en Aranda y la Ribera del Duero. Sus inicios, allá por 1998, cuando publicaron su primer disco, están ligados a Gumiel de Izán. Allí ofrecieron uno de sus primeros conciertos. Allí se comenzó a gestar un vínculo que llega fuerte, muy fuerte, hasta nuestros días. Un cuarto de siglo después de que se prendiera aquella chispa y convertidos en un referente para las generaciones posteriores, el dúo zaragozano decidió que el mejor lugar para protagonizar una actuación única y especial con la que celebrar sus 25 años de carrera era Sonorama Ribera. Ahí es nada. Lo dicen en Cómo hablar, una de sus canciones favoritas y, a juzgar por lo vivido en Aranda, también de buena parte de sus fieles. Otro país, otra ciudad, otra vida / pero la misma mirada felina. Así se mantiene Amaral. Da igual dónde y cuánto tiempo pase, deslumbran como nunca, como siempre.
Dispuestos a vivir y a hacer vivir una noche especial, Eva Amaral y Juan Aguirre obsequiaron ayer a los más de 35.000 asistentes al festival arandino con un regalo que será difícil de olvidar: 25 de sus éxitos, uno por cada año de trayectoria, más una canción inédita, titulada Ahí estás, que marca el punto de partida del nuevo disco que lanzarán próximamente. En un recinto lleno casi hasta la bandera y con un público entregado de principio a fin, el grupo, estrellas indudables de la edición 26 de Sonorama Ribera, arrancó con Rosita. Así empezó todo en 1998. Siguió con Toda la noche, con la que los presentes se arrancaron a saltar de inmediato, Nuestro tiempo y No sé qué hacer con mi vida.
Acto seguido, una deslumbrante Eva Amaral, con un vestido dos piezas rojo de lentejuelas de tipo cut out, con aberturas laterales, interpretó Estrella de mar, mismo título del disco con el que, en gran medida, perdieron el anonimato y que les cambió la vida, como ambos han reconocido en alguna ocasión.
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