Si hay un área, con el permiso de Hacienda, que ningún ganador de unas elecciones quiere ceder en el caso de tener que negociar un Gobierno de coalición, esa suele ser la de Urbanismo. No solo porque de ella depende el diseño de la ciudad del futuro y su desarrollo económico, sino porque sobre ella los distintos Ejecutivos suelen hacer recaer buena parte de los grandes proyectos prometidos en sus programas electorales. Dicho de otra manera, aquellos por los que los partidos creen que serán juzgados al terminar un mandato.
El futuro equipo de Gobierno municipal se encontrará a partir del 17 de junio (día de la sesión de investidura) con una importante tarea acumulada en la Gerencia de Urbanismo que deberá resolver, sí o sí, a lo largo del próximo mandato. Se antoja ineludible la modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que deberá servir para crear cuatro millones de metros cuadrados de suelo industrial en los terrenos de lo que en su día se bautizó como el Centro de Actividades Económicas (CAE) y que alcanza también las traseras de los campos de fútbol de Villafría. Pero también resultará inaplazable encontrar soluciones a viejos problemas que se arrastran desde hace mucho tiempo, como es el de rehabilitar el Pueblo antiguo de Gamonal.
La trascendencia del impulso al CAE viene dada por la necesidad de que la ciudad esté preparada para el momento en el que se agoten las parcelas aún disponibles en Villalonquéjar IV y porque esta modificación del PGOU está llamada a dejar solucionada la disponibilidad de suelo industrial para las próximas tres o cuatro décadas. Aunque las obras de urbanización se ejecutarán por fases, antes de poder ver una máquina habrá que resolver toda la tramitación urbanística y evitar estar al albur de la suerte que puedan correr otras aventuras desde el ámbito privado.
Pero más allá de esta iniciativa, de esas que obligan a mirar con las luces largas y que trascienden de una legislatura, y más allá del momento en que se apruebe de manera definitiva otra modificación del PGOU (para cumplir con las sentencias que anulaban varios sectores, regular los pisos turísticos...), el próximo Ejecutivo municipal deberá dar una respuesta a lo que quiere hacer en Gamonal (la calle Vitoria, el Pueblo Antiguo, la falta de aparcamientos en Gamonal...).
Mientras estos problemas siguen sin resolverse, a la agenda de necesidades se suman nuevas prioridades como son el de las reurbanizaciones de la Plaza España y de la calle Madrid o las que puedan incluir quien gobierne la ciudad hasta 2027.
Hay también otros rincones de la ciudad que esperan su turno con una actuación transformadora similar a la que va a culminarse en breve en San Cristóbal y que no pueden esperar más. Ya sea mediante un ARU o con otra fórmula, la Barriada de la Inmaculada pide a gritos una intervención. Pero también El Crucero, Vadillos, Parralillos o el Casco Alto. De ello deja constancia el Plan de Vivienda, recién aprobado, que el futuro Ejecutivo deberá también impulsar.
Todo ello, mientras se resuelve el problema de las goteras de la plaza Santiago y el juzgado da o quita razones sobre el derribo de la fachada del Niño Jesús.
Se hablará también de nuevas peatonalizaciones y de planes para corregir el olvido de los polígonos durante décadas. Trabajo no va a faltar.