Un paseo partido en carril bici y aceras, sin coches cerca que molesten. El primer tramo del camino de Anduva es un punto por el que muchos mirandeses pasean y también una zona de tránsito diario para los escolares que acuden al CEIP Príncipe de España. La imagen puede resultar incluso entrañable, aunque en las últimas semanas se ha detectado la presencia de alguien, previsiblemente un vecino, que tira por su ventana preservativos usados a la vía pública, por lo que desde la Asociación de Madres y Padres (AMPA) del colegio se alzó la voz.
El asunto, por la cantidad de condones que aparecen, da para bromas, aunque desde el colectivo solicitan medidas, «porque siempre debajo de las mismas ventanas» aparecen estos «preservativos con su nudito, la funda y algunos papeles», critican desde el grupo. Por si fuera poco todo esto, recuerdan que ocurre justo en la parte trasera de la Comisaría, por lo que no salen de su asombro. Entre los habitantes del barrio de Anduva y los paseantes reconocen cierta sorpresa cuando se les cuestiona.La mayoría se quedan descolocados al ser preguntados, porque ni se habían fijado. Esther sí que lo había hecho y opina que «tiene que ser un vecino», indica esta residente de la zona, quien explica que de todas formas «esta parte de aquí tampoco es que se limpie mucho».
En el AMPA apuntan también a este déficit y eso hace que los preservativos se acumulen durante días, «y luego también hay detalles, como ver las papeleras llenas», añaden. Además, en la mayoría de las ocasiones, según los vecinos, el servicio de limpieza pasa con los vehículos que hacen de barredora, por lo que se llevan solo los profilácticos que han caído en la acera, fuera de los bordes de los edificios, los alcorques de los árboles o los espacios ajardinados que hay en los bajos de las casas a las que se accede por la calle La Rioja.
Desde la Concejalía de Medioambiente conocen la situación «desde hace un par de semanas», y su responsable María Cueva admite que han tratado de resolver el problema tras la petición del AMPA. «Hablé con la empresa de limpieza pensando que sería algo de los fines de semana, por lo que les pedí que el lunes a primera hora acudieran para limpiarlo», aclara Cueva, quien al ver que «aparecen cualquier día de la semana», considera que la solución no pasa tanto por limpiar «a la carta» lo que esta persona ensucia, sino por «vigilar o que se corra la voz para que al menos le dé vergüenza para que deje de hacerlo».