Fonseca, el gestor de las Américas

I.L.H. / Burgos
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Se cumplen 500 años de la muerte del obispo y consejero que se enfrentó a Colón, participó en las Leyes de Burgos y está detrás de la puerta de Pellejería y la Escalera Dorada

Adelaida Sagarra, experta en su biografía, posa junto al retrato esculpido de Juan Rodríguez de Fonseca. - Foto: Patricia

En la puerta de Pellejería de la Catedral hay un obispo postrado ante la Virgen y junto a tres ángeles músicos. La imagen en piedra es la de Juan Rodríguez de Fonseca (Toro, 1451-Burgos, 1524), que la mandó construir para permitir el acceso al templo mientras se realizaban las obras de la Escalera Dorada, que también fue encargo suyo. Esas dos joyas arquitectónicas son parte del legado que dejó durante su mandato como obispo de Burgos, entre 1514 y 1524, aunque su papel como religioso y sobre todo como consejero real fue mucho más allá.

Ahora que se cumplen quinientos años de su muerte, la Institución Fernán González y el Cabildo, con la colaboración de la profesora de la UBU Adelaida Sagarra, están preparando un congreso para repasar la figura de un hombre que, aunque no viajó nunca a las Américas, tuvo un papel determinante.

Su primer cometido fue 'controlar' a Colón y organizar el segundo viaje: «Después del primero y según las capitulaciones de Santa Fe, los Reyes Católicos deben nombrar a Colón virrey, gobernador y almirante de lo descubierto. Pero la idea política que tiene Colón es muy diferente a la idea de Estado moderno que empiezan a crear los Reyes Católicos. Y entonces Isabel y Fernando buscan una persona con un currículum familiar de servicio a la corona para que de alguna forma neutralice las extravagancias personalistas de Colón y a la vez sepa utilizar el impulso que tiene el descubridor para seguir ampliando las nuevas tierras a conocer», destaca la experta Adelaida Sagarra.

Poco a poco se encargará de la gestión de todo lo que tiene que ver con América, crea en 1503 la Casa de la Contratación y a partir de ahí incentiva todo tipo de exploraciones: «Fue esencial para la expansión ultramarina, para construir la gobernanza en las tierras que se iban descubriendo y para impulsar los viajes a nuevos lugares».

Entre ellos está la expedición de Magallanes y Elcano, financiada en gran medida por el burgalés Cristóbal de Haro, y que supuso la primera vuelta al mundo. Ytuvo también un papel relevante en la redacción de las Leyes de Burgos en 1512, que recogían los derechos de los castellanos de América. «Yo le defino como audaz de escritorio, porque no viaja a ultramar, pero trabaja desde aquí y envía a gente de su plena confianza, como Alonso de Ojeda».

Sí viajó en cambio a Flandes y Francia como diplomático para negociar las dotes de Juana La Loca y el príncipe Juan por los matrimonios con Felipe y Margarita de Austria. Y una vez muerta la reina Isabel, fue a los Países Bajos para convencer a Juana de que abdicara a favor de Fernando, cosa que no consiguió.

Como hombre del Renacimiento, amante de la gramática, el mundo de la imprenta y los libros, poseía una mentalidad atrevida que le permitió acometer obras como la Escalera Dorada, de Siloé, que tuvo muchos detractores. «Ves todos estos matices y te das cuenta de que es una personalidad compleja y a la vez completa porque expresa las propias paradojas del renacimiento», resume Sagarra, que trabaja en el ciclo de conferencias que tendrán lugar los jueves de octubre.