El fin de las terrazas en calzada inquieta a la hostelería

D. ALMENDRES / Burgos
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Aunque los profesionales del sector en Burgos asumen que era una medida transitoria, reclaman una mejor comunicación. Se estima que en algunos casos afectará hasta al 30% de la facturación

Imágenes de la calle Burgense antes y después de la reciente retirada de dos terrazas situadas en zonas de aparcamiento. - Foto: Alberto Rodrigo

Todavía queda alguna estructura en pie, bien por despiste o por apurar más allá del plazo establecido el servicio a pie de calle, pero lo cierto es que el fin de las terrazas en zonas de aparcamiento libera los espacios ocupados en los últimos años. Al menos, a la espera de conocer los detalles de la estacionalidad planteada para el futuro del 15 de mayo al 15 de septiembre.

Esta medida tenía fecha de caducidad desde el momento de su implantación, si bien el horizonte se amplió hasta que en primavera el equipo de Gobierno puso en marcha la maquinaria para iniciar unos trámites que se han alargado hasta permitir a los hosteleros afectados salvar la campaña de verano.

No se trata de una cuestión menor para muchos de ellos, ya que las estimaciones del sector indican que en algunos casos la retirada de estas estructuras supone la pérdida de hasta el 30% de la facturación. «En algunos casos, más», matiza Abel, del Bar Restaurante Zatorre, quien prefiere ver el vaso medio lleno. «Era algo temporal y hemos estado cuatro años, más de lo que nos iban a dejar. Pero sí que es dinero», matiza.

Cada negocio tiene sus particularidades, aunque el factor más importante es la superficie del local. «Un bar grande que tenga mucho espacio para mesas no lo sufrirá tanto, pero uno pequeño o aquellos que ofrecían raciones lo van a notar muchísimo», explica.

La situación es compleja, si bien los profesionales sabían que este momento iba a llegar. «Estas terrazas nacieron para morir», zanja el presidente de la Asociación de Restaurantes, Cafeterías y Bares de Burgos, Enrique Seco. Ahora solo queda adaptarse a las circunstancias en un escenario en el que muchos negocios reclaman al Ayuntamiento una mejor comunicación en los últimos meses.

Durante la pandemia se autorizó la instalación de terrazas de hostelería en plazas de aparcamiento con el objetivo de mitigar las restricciones impuestas primero con el cierre de los interiores y luego con las limitaciones de aforo para frenar la propagación del virus. Cuatro años después, el Ayuntamiento señaló que los expedientes de desmantelamiento comenzarían a partir del 22 de mayo, pero aquella hoja de ruta pronto se diluyó. 

Salvadas las fiestas de San Pedro y las primeras semanas de julio, el verano parecía superado. Incluso, se dio por hecho que la eliminación de las estructuras comenzaría después de la campaña, hasta que todos los establecimientos recibieran su correspondiente notificación.

Sin embargo, el área de Servicios quiso acelerar la cuestión a partir de la segunda quincena de agosto y ello provocó algún desajuste, como explica Gregorio Bárcena, del Bar Bárcena. «Vinieron el 14 de agosto a decir que desmontáramos ya la terraza del aparcamiento. Llevo más de un mes sin ella cuando he leído que otros todavía no la han desmontado hasta mediado septiembre», apunta.

Bárcena asume la obligación de retirar las estructuras pasado el plazo concedido desde la pandemia, pero lamenta «las formas» de un proceso en el que los hosteleros habrían deseado una comunicación más fluida. «Al final sí que ha habido agravios comparativos», destaca este veterano hostelero. 

La aplicación de la nueva ordenanza cambió las reglas de juego y la eliminación de los veladores se justificó en los informes negativos de Tráfico, otro aspecto que ha creado confusión en algunos lugares en los que las estructuras apenas afectan al número de plazas disponibles en su entorno.

El endurecimiento de los requisitos para poder instalar las terrazas en plazas de aparcamiento provocó la tramitación de recursos al Ayuntamiento. Al menos, tres. Una medida que no retrasó lo inevitable para los 80 hosteleros a los que se les requirió el desmantelamiento de sus veladores. «Quieren hacer cosas que luego no se aplican bien y hay que tener en cuenta otros aspectos. Además de lo que se deja de ingresar, está la inversión que muchos hicieron para acondicionar su terraza», explica Abel. 

En algunos casos, los hosteleros inyectaron más de 8.000 euros, mientras que el fin de esta medida también supone una pérdida de ingresos para el Ayuntamiento. «Parece que nos han regalado esta posibilidad durante estos años, pero no es así. Fue una medida muy buena y los hosteleros también pagamos durante este tiempo impuestos y tasas», recuerdan en el Bar Restaurante Zatorre. Muy cerca de allí, Luisana lamenta el final de esta medida. «Es una pena, sobre todo para los locales pequeños que necesitaban ese espacio fuera para tener más clientes», explica. 

Los veladores en calzadas tenían fecha de caducidad, pero generaron un tipo de consumo que fue bienvenido por los hosteleros. «Al final tienes tu estructura cubierta y la gente la utilizaba incluso en invierno», explica esta empresaria de La Domus Terra.

Asumida esta situación, el sector se adapta al momento a la espera de conocer los detalles que marcarán la forma de proceder en el futuro. «Les animo a que soliciten la estacionalidad en base a un plan de viabilidad y a un plan de amortización», expresa Enrique Seco, quien pide una mayor flexibilidad en ciertos aspectos del día a día de la hostelería «para tener una ciudad acogedora y no triste». «Las terrazas son alegría», zanja.