La foto del paro: mujer, mayor de 40 años y sin estudios

Ó.C. / Miranda
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La Encuesta de Población Activa muestra en Miranda los perfiles de los demandantes de empleo. La ciudad reduce las cifras y busca mejorar, pero los datos siguen escondiendo historias de necesidad

El paro en Miranda dibuja una tendencia a la baja. La cifra de vecinos que trata de acceder al mercado laboral ha caído por debajo de los 2.000, aunque las historias de necesidad siguen presentes. La foto mayoritaria del desempleo tienes varias características: mujer, mayor de 40 años y sin estudios especializados. Así lo refleja la Encuesta de Población Activa (EPA), un documento elaborado trimestralmente por el Instituto Nacional de Estadística (INE) que no se basa en las inscripciones del Ecyl, sino en los cuestionarios que se realizan entre la población de 16 a 74 años. 

Con esta base, la EPA establece la barrera del paro en la ciudad en las 1.727 personas. El gerente de Miranda Empresas, Roberto Martínez de Salinas repara en que este registro aporta muchos datos, porque el análisis se divide en múltiples categorías, lo que favorece entender mejor la situación y poder actuar en consecuencia. 

En la radiografía general, el 61% de las demandantes son mujeres. Los años del DNI también condicionan y mucho, porque la EPA evidencia que a mayor edad, más complicado resulta reintegrarse en el tejido empresarial. Entre las franjas con las que trabaja el INE, la que evidencia una mayor tasa de desempleo pertenece a los mayores de 59 años, los que suponen el 18% de los parados de la ciudad. Pero si se amplía desde los cuarenta en adelante, este segmento aglutina el 68% de las personas que persiguen un contrato. Además, en todas las diferenciaciones en base a la edad que establece la EPA, salvo entre los menores de veinte años, las mujeres superan a los hombres.

La foto del paro en Miranda: mujer, mayor de 40 años y sin estudios.La foto del paro en Miranda: mujer, mayor de 40 años y sin estudios.

El nivel educativo también condiciona y una menor formación complica la búsqueda. En Miranda dos de cada tres  desempleados tienen Primaria o la ESO, es decir, no ha pasado de los estudios obligatorios. En cambio solo un 7% tienen un título de formación profesional o un 5% cuentan con un título universitario. 

Los sectores económicos en los que más personas tratan de hallar una ocupación también representan categorías feminizadas, ya que los servicios aglutinan más del 70% de los intentos, «con un 36% que busca dentro de las ocupaciones básicas», apunta Martínez de Salinas, que reconoce que estas ocupaciones suelen vincularse a una baja cualificación.

La oficina de promoción municipal remarca que según la EPA la ciudad tiene uno de los porcentajes de desempleo más bajos de la comunidad entre las ciudades y matizan que la pérdida de población «no influye al tratarse de una media». Sobre la fotografía más repetida en la cola del paro, el gerente remarca que la ciudad trabaja para atraer inversiones. En ocasiones se ha criticado la llegada de empleos de logística, por relacionarse a una baja cualificación. 

Martínez de Salinas puntualiza «hay que generar trabajo en todos los nichos de demanda», incluidos los destinados a gente con estudios básicos que encajan más fácilmente en las plataformas de distribución como el de Seur o el que llegue de Aldi, «lo que puede absorber bastante paro del que hay en Miranda y lo van a bajar» pronostica. En paralelo, también trabajan en el sector tecnológico, donde demandan otro tipo de perfil, más especializado, del que no hay tanto en las listas del paro, aunque en este caso «prima atraer o retener talento, no tanto bajar el desempleo», reconoce.

En primera persona. Al margen del trabajo por hacer, la realidad evidencia que hay un sector de la población que necesita un empleo. En especial son mujeres, pero también hay hombres, o migrantes que todavía regularizan su situación, y que aunque no aparecen en las estadísticas, también forman parte de ese segmento de la población que precisa ayuda.

Vanesa Fernández«Tengo un contrato de seis horas a la semana, me dan 150 euros y mi alquiler vale 290» 

«Llevo muchos años buscando un trabajo», reconoce Vanesa Fernández, que añade que ha enlazado empresas sin conseguir una estabilidad laboral. En su experiencia cuenta con tiempo tras la barra de un bar, de limpieza, peón de producción, en la cocina o limpiando. «Un poco de todo», resume. A su currículum añade varios cursos y estudia para sacarse el título de la ESO «pero a mi edad cuesta mucho», admite. Ella permanece inscrita en el Ecyl, aunque en su caso está apuntada como «mejora de empleo», porque tiene un contrato «de seis horas a la semana, me dan 150 euros y mi alquiler vale 290». Aún así, busca otra vivienda «porque no tengo calefacción y en el baño no hay techo, pero vas a preguntar al Ayuntamiento a la Junta y te dicen que no hay», por lo que espera conseguir otro contrato para mejorar sus ingresos y mudarse.

Sobre la situación confiesa que lo peor es que «no tienes trabajo, pero tienes que seguir pagando y tampoco tengo derecho a ayudas», lamenta Vanesa, que añade que «los extranjeros tampoco reciben, porque mi pareja lo es y tampoco tiene». Tiene tres hijos y a sus 40 años confiesa que «de momento la edad no ha sido un problema, pero tengo que reconocer que a veces se pierde la esperanza».

Jacqueline Palta: «Qué empresario te va a contratar por un año si no saben qué tipo de trabajadora soy»

Jacqueline Palta tiene 49 años y salió de su Colombia natal hace más de 20 años. En este tiempo ha parado en diez países antes de llegar a España «y es donde me he encontrado una situación más difícil». Todavía no ha regularizado su situación, pese a que lleva cuatro años censada en Miranda. «Siempre se frena porque no tienes un empleo», explica respecto al primer requisito para tener los permisos. Jacqueline entiende las dudas en los empresarios «porque quién te va a contratar por un año si no saben qué tipo de trabajadora soy», admite. Aún así, lucha por lograr unos papeles para salir del dilema en el que se encuentra   y sostener a su familia «incluido un niño pequeño».

Para sobrevivir en la sombra del sistema reconoce que «hago limpiezas y las personas se arriesgan para ayudarnos». Jacqueline en su país se formó como administradora de empresas «pero aquí no soy nada». Para homologarlo necesitaría dos años y «no puedo hacerlo», aunque tiene experiencia en cocina, como guarda de seguridad y cuidado de mayores.

Pese a su formación y bagaje, reitera que «en mi caso el problema es conseguir el contrato», y afirma que «no quiero que me regalen nada, porque me gusta ganarme mis cosas por mis medios y mi sudor».

María Cobo«Llegué hace 2 años y medio a Miranda y justo  me pilló la pandemia, pero sigo buscando»

Hace dos años y medio, María Cobo llegó desde Santander para vivir junto a su pareja en Miranda. En ese momento, le dio tiempo a inscribirse en el Ecyl como demandante «y justo me pilló la pandemia, pero sigo buscando un trabajo», afirma. Continúa dentro de las listas del desempleo, tras un tiempo en el que reconoce que primero tiró de sus ahorros, del paro que tenía acumulado y luego recibió una ayuda, que justo enlazó con un programa mixto de formación. Ahí estuvo nueve meses, de octubre «hasta el pasado agosto y está muy bien», porque los alumnos cobran y reciben una formación, en este caso vinculado a la ayuda a domicilio, «aunque luego encontrar trabajo resulta complicado», aclara.

Cristina Nieto«Es importante trabajar y estar ocupada porque si no la cabeza te da un vuelco tremendo»

La realidad que afrontan los desempleados está llena de obstáculos que saltar. Cristina Nieto reconoce que su situación laboral, y algún problema personal, le provocaron una depresión de la que ha conseguido salir. «Desde octubre de 2019 estoy en paro tras perder un trabajo en el que llevaba año y medio», explica Cristina, que detalla que «soy de Bilbao y me vine con una situación complicada». A pesar de que trata de dejar todo atrás, admite que «es importante trabajar y estar ocupada porque si no la cabeza te da un vuelco tremendo».

La última vez que tuvo una ocupación «fue durante un mes limpiando tres portales». En resumen «como mucho dos horas y media», y confiesa que «sobre todo encuentro cosas de poco tiempo y puntuales». En su currículum sobre todo tiene trabajos de este tipo, «porque llevo toda mi vida limpiando y cuidando ancianos», aclara. La falta de formación hace «bastante» complicada la búsqueda y reconoce que perdió un título relacionado con los Servicios Sociales, lo que complica todavía más su situación, «porque en el paro solo pone que tengo la ESO y un curso». Pese a eso y a tener un grado de discapacidad trata de pelear, para encontrar su hueco y rehacer su vida.

Rosa Gonsalves«Llevo tres años en paro y consigo dinero gracias a alguna amiga que me llama para limpiar»

Rosa Gonsalves forma parte del sector de la población con mayores dificultades para conseguir un empleo «pero no pierdo la fe», sostiene. Es mujer, sin formación, tiene 55 años y tampoco sabe leer y escribir. «Llevo unos tres años en paro y consigo algo de dinero gracias a alguna amiga que me llama para hacer limpiezas», reconoce, porque no ha perdido las ganas de luchar. «No tengo ayuda de nada», lamenta Rosa, que ha llamado a todas las puertas de la administración y ahora recurre a colectivos como Cáritas o Cruz Roja «para ver si me pueden dar algo de comida», afirma.

En Miranda lleva más de 20 años y «hace un par de meses tuve que dejar mi piso, porque no podía pagarlo y si me marchaba me quedaba sin deuda», explica Rosa, que ahora paga un alquiler de 400 euros. Su experiencia laboral sobre todo está dentro de una cocina y «he estado otros seis años cuidando a un señor» pero «ahora busco de lo que sea». La competencia en el mercado y la necesidad de tener formación hace que «ahora sea mucho más difícil que antes», admite. Para la posible jubilación «todavía me queda mucho» y admite que en medio de todas las complicaciones cuenta con un hijo y una hija «que me ponen una mano pero me duele mucho».