Se acaba de cumplir un año desde que se ejecutó el desahucio de la bodega Viña Cabrejas, por orden judicial, obligando a más de 100 viticultores de la zona a buscar una nueva elaboradora en la que entregar el fruto de su vendimia, por segundo año consecutivo. Aunque estas instalaciones lleven cerradas dos vendimias y, por lo tanto, no hayan podido tratar el fruto de dos añadas, en su interior todavía hay miles de litros de vino en diferentes puntos de su elaboración, que el anterior propietario no ha podido sacar y que, después de tanto tiempo, puede haber perdido su calidad y propiedades típicas de un Ribera del Duero. A todo ello se suma la pérdida de empleo, ya que la bodega tenía una plantilla de cinco trabajadores.
El promotor de reflotar la bodega Nuestra Señora del Río Viña Cabrejas, Alberto Cabrejas, sigue luchando por recuperar, al menos, lo que todavía queda dentro de este inmueble, que según una tasación realizada hace años por Tinsa tenía una valoración de más de cinco millones de euros y que ha perdido por una deuda que no supera el 1,3 millones. «En el proceso de desahucio se acordó con Ibercaja que podríamos sacar todo lo que es mío y que hay todavía dentro, se nos dio entre 5 y 6 días para dicho movimiento, pero no nos dejaron sacarlo», lamenta Cabrejas, incluido el remolque de una empresa de transportes ajena a este conflicto que tampoco tuvo tiempo de recuperar este vehículo y que sigue dentro de la finca que rodea la bodega.
Este empresario bilbaíno, pero con fuertes vínculos en Gumiel de Izán, remarca que a lo largo de todo este año «miles de litros de vino se han podido estropear, puesto que desde entonces nadie se ha preocupado por ver cómo han evolucionado», a lo que suma «el posible deterioro que hayan sufrido los inmuebles, ya que las personas de seguridad que han estado allí día y noche desde entonces, cuyo coste es de 10.000 euros al mes, no se han preocupado de nada».
Aunque no ha podido volver a pisar las instalaciones, Cabrejas no ceja en su empeño de solucionar este grave problema con Ibercaja, insistiendo en mantener reuniones con sus responsables en Burgos y en Zaragoza. Peticiones que han recibido la callada por respuesta. De forma paralela, aunque el proceso de desahucio se completó el 4 de octubre de 2021, este empresario sigue su lucha con la entidad bancaria por lo que califica como un «magnicido empresarial» y no tira la toalla para parar esta «sangría». Para ello, ha iniciado varios procesos judiciales, algunos de ellos por lo penal, contra el Consejo de Administración de Ibercaja. «Yo sigo abierto a negociar y a buscar una salida a este problema, a esta tropelía, pero no pienso renunciar», asegura firme Cabrejas, que recuerda que «la hipoteca sobre la que ejerció sus intereses Ibercaja es solo sobre una parte de las instalaciones, no por toda la bodega».
Esta última circunstancia la destaca el empresario porque sabe que se está intentando vender la propiedad a terceros. «Hace tiempo, sabemos que lo tuvo una inmobiliaria de Burgos y que se la han enseñado a gente, pero eso fue hace más de medio año. Ibercaja vendió sus activos inmobiliarios a Intrum, que es un fondo buitre pero ahora no se sabe ni quién gestiona la venta del inmueble», apunta Cabrejas el galimatías de firmas que hay en torno a esta posible venta, sobre la que está muy pendiente. «Ojo con vender la bodega, ya que tanto el que venda como el que compra se puede meter en un grave problema», lanza como aviso para posibles interesados, ya que «pese a este atropello, yo no pienso renunciar al trabajo y el patrimonio de toda mi vida y de mi familia; no me cansaré de defender lo que es mío», sentencia.
Más allá del «atropello» económico que está sufriendo, Alberto Cabrejas insiste en que esta situación «ha provocado graves pérdidas a muchos de los colaboradores de los que disponíamos con contratación a largo plazo» y una merma en la economía de la localidad.