La Semana Santa ofrece una ventana ideal para que muchos burgaleses que viven fuera de la capital y de la provincia regresen a casa. Bien sea por cuestiones laborales, personales o educativas, miles de vecinos no tienen otro remedio que tener fijada su residencia en otras capitales como Madrid.
Pues bien, todos aquellos que hayan llegado hasta Burgos en transporte público -véase tren o autobús- más vale que tengan el billete de regreso ya sacado. De no ser así, tienen casi imposible regresar a su domicilio para volver al tajo el lunes a primera hora de la mañana.
Tanto Alsa como Renfe, las dos operadoras que conectan por carretera y ferrocarril la capital castellana con la de España, tienen vendidos la inmensa mayoría de sus asientos. Empezando por la primera, que explota la ruta de autobús entre la terminal de la calle Miranda y la de Avenida América, está a cerca colgar el cartel de no hay billetes. De manera literal. De los cerca de 14 servicios que se anuncian en su página web ya hay completos 12, mientras que en los restantes el grado de ocupación es muy alto.
Si la opción escogida es el tren el panorama es incluso peor: de la decena de servicios -cinco directos y otros tantos con enlace en Palencia o Valladolid- que Renfe tiene programados los domingos, todos están llenos salvo el Alvia que parte de Rosa Manzano a las 9:34 horas.
El resto de unidades se reparte entre la ausencia de asientos o la disponibilidad única y exclusiva de las plazas reservadas para personas con movilidad reducida.