El Ayuntamiento de Miranda mantiene la lucha judicial por liberar el edificio de la calle El Olivo número 1, en el barrio de Bayas, de titularidad municipal. El pasado noviembre recuperó dos viviendas que los okupantes abandonaron justo antes del alzamiento judicial. Semanas después, un operativo obligó a que salieran los que residían en el bajo, según recuerdan los vecinos, quienes puntualizan que «en ningún momento el edificio ha estado vacío». Por este motivo, indican que aunque la administración local ponga las medidas «van a seguir entrando», y eso ha ocurrido al menos con uno de los dos pisos de la segunda altura. Ese se suma a otros dos apartamentos, algo que concuerda con lo que dicen desde el Consistorio, donde puntualizan que «hay otros dos pisos denunciados y estamos a la espera de sentencia».
De todas formas, en los despachos municipales no puntualizan cuáles de los cinco pisos en los que se divide este edificio están libres, aunque de todas formas, la situación en el que está impide que se pueda dedicar ninguno de sus espacios a los Servicios Sociales, un cometido al que estaba dedicado hasta que las okupaciones arrancaron en junio de 2023.
En el Ayuntamiento puntualizan que los alzamientos los ejecutan al ritmo que manda el juzgado. Cuando uno queda libre ponen puertas antiokupación o incluso en alguno de los casos se ha llegado a tapiar directamente la entrada, como sucedió con el bajo, que aún permanece libre. De todas formas, entre el vecindario ven que la situación se perpetúa «y hay familias que se han ido y que luego han vuelto», matizan en la zona, «como los últimos que han entrado y se han puesto en la segunda planta», agregan.
Para esos, por lo tanto, el Ayuntamiento deberá iniciar la reclamación en el juzgado para conseguir su marcha, aunque eso dilatará más en el tiempo la situación.En este sentido, hay que tener en cuenta que a mediados de junio de 2023 se produjeron las primeras entradas y se acudió por primera vez al juzgado, pero ha tenido que pasar año y medio para ver las consecuencias al final de 2024. De todas formas, actuar de manera escalonada hace que «si están dentro y al no haber más vecinos pueden hacer lo que quieran», reiteran en el barrio, donde ven que el círculo de esta manera no para de ensancharse.
De todas formas, la relación con los okupas no presenta ahora ningún problema, aunque explican que siempre se pueden generar momentos de tensión, «porque aquí han venido familias a las que no ha expulsado el Ayuntamiento, han sido los otros okupas», indican entre los vecinos. Aun así, afirman que hasta hace poco apreciaban mucho más movimiento «y se veían cómo se ponían a arreglar los coches en la calle», aunque ahora la estampa resulta mucho «más tranquila», confiesan.