El Monasterio de San Juan, que alberga el Museo Municipal dedicado a la obra de Marceliano Santa María, recibió en abril a uno de los más nocivos visitantes que se pueden personar en una pinacoteca: las goteras. Además, las filtraciones no pudieron hallar peor lugar por el que deslizarse, pues entraron por la bóveda de la Sala Capitular y se descolgaron por la pared de la que cuelga El triunfo de la Santa Cruz, acaso la obra más celebrada y sin duda una de las más trascendentes del artista.
«Cayó a chorro. Menos mal que hubo suerte, había gente y se dieron cuenta rápido», explica un relativamente aliviado Fernando Gómez, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Burgos. A cuenta de las filtraciones, la Sala permanece vetada al público, si bien se espera su reapertura para la Noche de los Museos (19 de mayo).
Antes, hoy para más señas, el lienzo recibirá, a petición de Gómez, la visita del perito restaurador Pedro Villanueva, que será quien determine si el lienzo, que a simple vista no parece afectado, ha sufrido algún impacto que requiera de un ojo experto para ser detectado.
Lo que sí es obvio es que las goteras no fueron de las que se solucionan poniendo un cubo debajo. La humedad aún se corta en la Sala a pesar de que ha estado siendo ventilada aprovechando la climatología de los últimos días. Además, El triunfo de la Santa Cruz comparte la zona noble del cenobio con otras obras relevantes del mismo autor.
Tras conocer lo sucedido y decretar el cierre al público de este espacio, Gómez solicitó un peritaje de los técnicos municipales para saber hasta qué punto es preocupante el deterioro de la bóveda, que no filtra agua siempre que llueve, sino cuando el viento se alía con el agua e impacta de una forma muy concreta sobre la cubierta de teja.
La intención del Instituto Municipal de Cultura es que sea el propio Ayuntamiento el que arregle la gotera, sobre todo porque trasladar una pieza como la que cuelga bajo ella no es ni fácil ni una decisión que se pueda tomar a la ligera. Además, el perito deberá decidir si el lienzo, que al ser un óleo parece no estar seriamente dañado, ha acumulado agua o no y, en último extremo, qué es lo que conviene hacer.
Más allá de la trascendencia que el suceso tiene para el patrimonio artístico, cabe subrayar que en torno a la propiedad, el uso y el mantenimiento del edificio, así como sobre sus posibles fines alternativos, se ha hablado mucho en los últimos años. Su dueño es el Estado, pero desde el año 1969 nada se sabe del ente que se configuró para fiscalizar su bienestar. Ningún proyecto para reforzarlo ha llegado a cuajar, pero esta vez el toque de atención ha sido serio.