Fresnedo saciará al fin su sed

A.C. / Fresnedo
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Los vecinos de la pedanía de Villarcayo están a punto de dejar atrás el agua embotellada que el Ayuntamiento les da desde 2017 por la contaminación de su manantial. En octubre llegará el nuevo el suministro desde el vecino Torme

Fernando López, flanqueado por Itziar Damas (i.) y Ana Valdivielso, junto al agua embotellada que beben. - Foto: A.C.

En el verano de 2017 saltó la alarma en Fresnedo con las primeras analíticas que indicaban parámetros de selenio, arsénico, fluoruros y sulfatos por encima de los máximos permitidos en el agua para consumo humano. El Ayuntamiento de Villarcayo comenzó entonces a suministrar a los vecinos agua embotellada que siguen recogiendo en el centro de reunión del pueblo -este agosto gastaron algo más de 2.500 litros-. Los vecinos se organizaron a finales de 2020 y crearon la Asociación AguaZero Fresnedo para buscar soluciones a su «calvario». Si nada lo impide, acabará a mediados de octubre, según los cálculos de OPP 2002 Obra Civil, que ejecuta para la Junta de Castilla y León las obras que llevarán agua potable desde Torme a cambio de 172.869 euros.

El zanjeado de los 2,7 kilómetros de tubería que conecta los depósitos de ambos dos pueblos acabará la próxima semana y solo quedará instalar los nuevos equipos de impulsión del agua y de control y cloración. Después de 7 años de agua embotellada y muchas protestas y gestiones, sigue habiendo cierta incredulidad entre los vecinos, quienes consideran que se debería de aislar el interior del depósito para evitar que cualquier contaminante adherido a sus paredes. No obstante, se muestran contentos y preparan las actividades y música para festejar el día que puedan volver a beber agua del grifo.

Temen también al hecho de que se va a mantener operativa, aunque bloqueada, la toma que abastece a su depósito de agua contaminada. Solo se utilizará en «caso de emergencia», cuando la escasez haga insuficiente el agua de Torme. Pero la duda regresa. «¿Si abren esa toma, cómo sabremos que el agua es potable?», se pregunta Ana Valdivielso. Junto a Itziar Damas y Fernando López Arrizabalaga recuerda las peripecias vividas. La última este verano cuando se colocó en la localidad un cartel del Servicio de Aguas que indicaba que tras los análisis solo del cloro, el agua era potable. Veinte días después llegaron los resultados del arsénico, selenio y fluoruros y de nuevo daba parámetros de agua contaminada. A continuación llegó la analítica de los sulfatos, que daban una medida de 520 mg por litro frente a los 250 que permite la normativa.

Menos vida. El problema del abastecimiento ha restado vida al pueblo aseguran: «Hemos tenido más casas cerradas en verano y menos afluencia de gente los fines de semana». López Arrizabalaga incluso cerró temporalmente su casa de turismo rural hace 4 años, porque temía un problema y ve «incompatible» dar agua embotellada a sus clientes, que buscaban naturaleza y salud en Fresnedo. Era un ingreso complementario y eso le ha salvado. Estos años los vecinos se han duchado con temor a una contaminación por vía dérmica. Pero «¿qué haces?». Las preguntas quedan en el aire. Atrás dejarán también sus pancartas reivindicativas en las vueltas ciclistas o actos públicos y sus camisetas, siempre presentes en las fiestas de Villarcayo para remover conciencias.

Las obras nacen de un convenio suscrito entre el Ayuntamiento, que costeará el 20%,la Diputación (30%) y la Junta (50%). Además, el Consistorio ha firmado un convenio con la Sociedad Pública de Infraestructuras y Medio Ambiente de Castilla y León que llevará el mantenimiento de las instalaciones 25 años por 3.100 euros anuales.