Los MIR echan raíces en el hospital de Aranda

LETICIA NÚÑEZ / Aranda
-

Raquel López-Sepúlveda y Teresa Nevado, que recientemente han finalizado la especialidad de Medicina de Familia, y Patricia Merino, que la acabará en enero, destacan el trato cercano que han recibido en el Santos Reyes

Teresa Nevado, Raquel López-Sepúlveda y Patricia Merino, (de i. a d.), en una de las salas del Hospital de los Santos Reyes de Aranda. - Foto: Luis López Araico

Es un hecho. A los hospitales comarcales, como el de Aranda de Duero, les cuesta (y mucho) atraer talento. Suman años 'peleando' para que los licenciados en Medicina de cualquier punto de España pongan sus ojos en un complejo como el Santos Reyes y decidan apostar por la capital ribereña para desarrollar su especialidad. La competencia resulta ardua. Se enfrentan al atractivo que despiertan las grandes ciudades y sus centros hospitalarios de renombre, entre otras cuestiones. Pero la reputación no lo es todo y siempre hay quienes anteponen valores como la cercanía en el trato o el hecho de recibir una formación más personalizada y recalan en Aranda. Así lo han hecho Raquel López-Sepúlveda Moraleda, Patricia Merino Pérez-Arroyo y Teresa Nevado Luque. Las tres forman parte de la generación de MIR que escogieron el hospital arandino en 2020, en plena pandemia de coronavirus. Las tres, naturales de Herencia (Ciudad Real), Benidorm (Alicante) y Cáceres, han afrontado aquí una de las etapas más decisivas de sus carreras profesionales. Y hoy, cuatro años después, han finalizado o están a punto de terminar su especialidad de Medicina de Familia y se muestran más que satisfechas. Tanto es así que ya han ligado su presente y su futuro a la Ribera del Duero y se han quedado a trabajar en esta tierra

Todas coinciden en destacar el papel que juegan los hospitales comarcales en un ámbito como el suyo y, de hecho, aconsejan a quienes barajen dedicarse a Medicina de Familia que sigan este camino. «Al no ser un hospital muy grande te permite conocer a todo el mundo y que haya una sensación de cercanía, de ser una familia», subraya Teresa Nevado. «Aquí lo tienes todo, vemos multitud de casos y para nosotras lo importante es saber diagnosticar y saber derivar», añade Raquel López-Sepúlveda. Mientras, Patricia Merino destaca la importancia de «sentirte parte del equipo desde el día uno».

Con estos factores sobre la mesa, no sólo combaten ciertos estereotipos que afectan a los hospitales más pequeños sino que van un paso más allá y definen al Hospital de los Santos Reyes como un buen lugar tanto para formarse como para ejercer. «No puedo recomendar más la experiencia», remarca rotunda Merino, a lo que Nevado agrega: «Me parece un muy buen sitio». Prueba de ello es que se queda para ejercer en Urgencias.

Todo ello en un momento clave, con crecientes dificultades en las ciudades intermedias para atraer talento en multitud de sectores. En el caso de los médicos, se junta, como exponen estas especialistas, que las universidades se ubican en lugares grandes, «te acostumbras a ese estilo de vida y suele dar miedo cambiar de ambiente. Si fuese un año todavía, pero es que son cuatro años de tu vida y te planteas que tienes que estar a gusto», apunta Nevado. A ello se suma que muchos profesionales ya han formado una familia y «da vértigo tomar la decisión», como admite Merino. 

Eso sí, López-Sepúlveda también remarca que Aranda ofrece «bastante» calidad de vida. «Tienes la tranquilidad y la cercanía de un sitio relativamente pequeño. Criar a un niño aquí es mucho más cómodo que hacerlo en Madrid», pone como ejemplo. A su juicio, «es una ciudad cómoda, con bastantes servicios, buena localización y donde se vive bien». En esta misma línea se expresa Merino: «Aquí he ganado tiempo. En Madrid cogía el bus a las 6 y 20 de la mañana para llegar al hospital donde estudiaba a las 8. En Aranda voy caminando al hospital, que para mí es un privilegio, y tardo siete minutos como mucho. A mí los días me cunden tres veces más», añade. 

La situación de Teresa Nevado es un tanto distinta. Ella mantiene su residencia en Madrid y se desplaza en coche a diario a Aranda, por lo que se centra en el déficit de infraestructuras de comunicación que arrastra, sobre todo, la falta de tren. «Estaría bien recuperarlo, mucha gente que viene a trabajar aquí lo utilizaría. No es lo mismo que te lleven durante una hora y media a tener que conducir tú», sostiene. Y más con las nieblas y las heladas del invierno, además del riesgo de ponerse en carretera saliente de una guardia. «En ese sentido, el tren es básico», concluye.